La Pernía, montana palentina

 


Sor Claudia

 

 

Nacidas en Tremaya y dedicadas al servicio de los más necesitados



Sor. Felisa

Alimentación: Había muchas patatas. Trigo, centeno con la que se hacía el pan. Carne: · Lechazo- cordero o cabrito de 2 ó tres meses · Cordero y oveja, cecina · Cabra o cabrito · Cerdo: jamón, lomo en aceite, tocino, morcilla, choriozo, jijas · Pollos y gallinas · Caza: Jabalí ardilla (esquilo) Pescados: · Trucha que se pescaba en el río, el Pisuerga. · Otro tipo de pescados de los pantanos. Había caracoles en el campo; setas rojas y blancas. Leche de vaca y cabra. Queso de vaca, oveja, cabra. Poca fruta, se helaba en flor y sólo quedaban los ciruelos del Sr. Jerónima y las manzanas de la Sra. Luz, por cierto que bastante frecuentadas por niños y no tan niños. La poca que había la traían del valle de Liébana y la cambiaban a los campesinos por patatas o trigo "tanto por tanto" o "tanto por dos tantos". Berzas, judías verdes, nabos lechugas que se recogían en las huertas. Legumbres: garbanzos, titos, lentejas, alubias (judías), fréjoles (judías pintas), huevos. Las gallinas andaban libres por las calles y los sembrados y los huevos eran exquisitos. Se hacían morcillas de cerdo, vaca y ovejas, negras y blancas cuando eran delgaditas. A las blancas se las llamaba blanquillas.

Comida un día normal: Algunos días al levantarse en invierno se echaba "la parva" que consistía en un vaso de vino, normalmente blanco y dulce o aguardiente con galletas. Desayuno: patatas cocidas a las que se echaba un refrito de manteca de cerdo, sebo de oveja, aceite o el resultado de freír tocino. Se tomaba después un torrezno (tocino frito). A veces se añadían huevos fritos o café con leche. Las diez: queso, jamón, chorizo y pan y un vaso de vino. Comida: Cocido muy frecuente y muy variado por el acompañamiento: garbanzos, chorizo, tocino, cecina, carne fresca, morcilla, jamón. La variedad consistía en tener más o menos de estos elementos. Se añadía un "relleno" que consistía en huevo batido con miga de pan y frito, a modo de tortilla, con perejil a veces, y con o sin cocer. El cocido llevaba también berzas cosechadas en la huerta. Potaje de legumbres. Patatas guisadas con carne, tortilla de patatas, carne guisada etc. El postre sería queso, nueces, manzana cruda o asada, miel, cuajada, arroz con leche. Los domingos café. La merienda: jamón, queso, patatas fritas, chorizo, pan y vino. Cena: normalmente patatas cocidas y arregladas como en el desayuno, con morcilla o costilla de cerdo o algún otro hueso y leche fresca con sopas de pan que se tenía preparada con el pan desde la mañana por lo tanto con excelente nata entre el pan de la sopa. No faltaba en ninguna de estas comidas el porrón de vino.

Indumentaria: No había ningún traje típico pero cuando querían recordar años anteriores buscaban en los baúles, con dificultad porque casi nadie tenía un refajo rojo con adornos negros, corpiño negro muy ajustado y blusa blanca, mantón de Manila y pañuelo a la cabeza. En verano lo llevaban para resguardarse del sol. Las muchachas se tapaban con él hasta la cara para no ponerse morenas. Las mayores vestían de negro. Algunas llevaban falda con muchos pliegues, también en invierno. Se guardaba luto por dos a tres años y las viudas siempre. Mas tarde ya se fue quitando todo esto. En invierno mucha ropa. Se llevaban refajos y jersey de lana de oveja fabricados por ellas mismas, algunos corrientes también. Mantón de paño tejido de lana, echarpes, bufandas, boina los hombres y pelliza. Los más antiguos faja que enrollaban a la cintura con unos flecos. Tapabocas, pasamontañas... A las fiestas se procuraba ir engalanadas y a misa igual. Velo o mantilla las mujeres con que se cubrían la cabeza, los hombres se quitaban la gorra. Para el trabajo el traje variaba poco. El pantalón era frecuentemente de pana. Calzado: zapatos, zapatillas, calzones (una especie de botas hechas de sayal) y escarpines. Estos los llevaban ellas (una especie de zapatillas de sayal). Cuando el suelo estaba mojado o con la nieve se llevaban albarcas. El sayal se fabricaba en los telares con lana de oveja hilado por ellas. En verano alpargatas, zapatos y sandalias. Se iba mucho al rió y allí se andaba descalzo.

 

Albarcas.

Fiestas ¿Cuáles eran las fiestas más sonadas en Tremaya? Ntra. Sra. El 15 de Agosto y San Tirso el 28 de Enero. Las demás las comunes Navidad, Año Nuevo etc. El día de los "chicharros" que se solía hacer coincidir con alguna de las fiestas de Navidad Reyes o algún domingo de invierno era distinta para cada familia. Ntra Señora: es el 15 de Agosto y se celebra al mismo tiempo en varios pueblos por lo que le quita un poca la fiesta ya que interfiere con ellos. Se reúne la familia. Vienen también los que no están en el pueblo. La víspera se mataba una oveja preparada para el caso y el día de la fiesta se comía. La carne se ponía guisada luego asada y para la paella se mataba también una gallina o un pollo. El postre solía ser fruta y una tarta o más frecuente el flan característico. También el clásico arroz con leche y la leche muy azucarada con galletas. Excelente café de puchero y copas donde no faltaba el aguardiente y el anís y por supuesto buen vino. En la merienda se sacaba jamón serrano y chorizo, y por la noche alubias blancas y carne de oveja, su "guisao" y su "asao". Los hombres jugaban a los bolos y las chicas y chicos bailaban en un prado desde la tarde hasta altas horas de la noche. A su hora se interrumpía para cenar y se continuaba después. Se bailaba al compás del tambor, que tocaban los chicos y la pandereta que tocaban las chicas. A veces eran chicos solos o chicas solas. Iban saliendo voluntarios y solían cantar también por turnos normalmente solos. Se bailaba la jota, el paso doble y a "lo ligero" San Tirso. 28 de enero. Solía haber mucha nieve y como no se repetía en otros pueblos acudía mucha gente. No era tan oficial como Ntra. Señora. La gente venía por la tarde y se hacía un gran baile en un salón que apenas se cabía. Los hombres iban a la taberna a jugar podía ser dinero o más frecuentemente el vino o las copas que se tomaban o el café según. El día de los chicharros es totalmente familiar y cada familia lo elige según la fecha que le va. También se llamaba "las migas" lo mismo chicharros que migas le viene de que se hacen estupendas ese día con la manteca del cerdo que han matado unos días antes.
Las bodas La víspera de las bodas los mozos adornaban la puerta de la novia con un arco hecho con flores y ramas silvestres. Se le cantaba la enhorabuena (ver en páginas anteriores) y los padres de la novia obsequiaban con vinos. La novia se emocionaba. El día de la boda los mozos y las mozas iban a buscar a los novios y se cantaban canciones hasta la puerta de la Iglesia y luego al salir también se la acompañaba a casa cantando. Las canciones se recordaban de otras bodas o se inventaban para el caso.

En casa de la novia:

Con la mañanita fresca
y la escarcha que ha caído queremos ver a la novia
que tal le sienta el vestido.

Ya tocaron a velarte
con la campana mayor
tu padre que tiene el cargo que te eche la bendición.

Al salir de casa y de camino hacia la iglesia: Despídete compañera
de la casa de tus padres, que no volverás a entrar solterita como sales.

Esta calle está empedrada con piedras de sillería,
que la empedró el Sr.Novio cuando vino a ver la niña.

Esta calle está empedrada con piedras de chocolate, que la empedró el Sr.Novio para que la novia pase.

Tira tira tirador
tira la pólvora al aire
que el Sr. Padrino es rico tiene dinero que pague.

Llévala de piedra en piedra llévala de canto en canto,
no se la manche el vestido no se la rompa el zapato.

Al llegar a la Iglesia: Salga Sr. Cura salga
con esa capa de flores
que está la novia en ayunas al lado de sus amores.

Ya está la colcha tendida toda cubierta de flores, híncate paloma blanca
a recibir bendiciones.

Hasta aquí has llegado niña sin dar que decir a nadie, buena bendición te espera de Jesucristo y su Madre.

Tu que fuiste mayordoma
y la pusiste la cinta,
p ídele de corazón
que con su gracia te asista.

Salga Sr. Cura salga
con su capa de flores
que está la novia en ayunas al lado de sus amores.

Salga Sr. Cura salga
con la su capa pluvial,
que está la niña en ayunas yse puede desmayar.

Al final:

Las arras y los anillos
que tu marido te ha dado, guárdalas con devoción con muchísimo cuidado.

Al tomar agua bendita Niña ten mucho cuidado
no se te caiga el anillo
que tu marido te ha dado.

Por el si que dio la niña
a la entrada de la Iglesia, por el si que dio la niña entró libre y salió presa.

Sr. Cura de este pueblo
el de la capa de seda,
con salud vele ud. muchas ya mí sea la primera.

La comida se celebraba en casa de la novia volvía a la casa de la novia donde previamente se preparada por las vecinas de más confianza de la casa o más preparadas para cocinar.

 

Los días anteriores se le prestaban sillas, la vajilla, mesas, manteles, servilletas y lo que preveían que podían a necesitar.

Todas le daban lo mejor que tenían. Las mozas y los mozos del pueblo volvían después a cantar desde el portal mientras comían los novios y los invitados.

Comenzaban cantando ellas:

Buenas tardes tengan todos
los que celebráis la fiesta,
nos falta una compañera venimos en busca de ella.

Y contestaba alguien desde dentro:

Esa dama si esta aquí
no creáis que se ha perdido,
no vengáis en busca de ella porque está con su marido.

Después se pasaba a cantar canciones dedicadas a cada uno y el interesado correspondía enviando dinero. Se le contestaba dando gracias con una canción. Para que rimaran las canciones el segundo verso era según el caso "el de la espada ceñida", "el de la cinta de seda" o "el del valor escogido" o "el de los ojos morenos" o algo parecido, en fin, que era muy fácil componer e improvisar. A veces contestaban y se formulaba un diálogo de canciones El aludido y enviaba dinero por la canción.Si lo entregado era más o menos lo que esperaban se respondía:

 

 

El Sr........buena moneda nos dio que oro y plata se le vuelva
lo demás que le quedó.

Si no agradaba porque era una moneda pequeña:

Sr..........que un centavo nos dio que cascajo se le vuelva
lo demás que le quedó.

También se volvía a cantar en la cena. Cuando la novia era de otro pueblo existía el día de "la patente" en que el novio pagaba un vino a los mozos del pueblo de donde era la novia. El día de la boda el padrino pagaba también un dinero a los mozos y la madrina a las mozas. Con esto se celebraba una fiesta a veces se mataba un cordero que se iba a comer al alto de la Espina.

Los zamarrones: Vestían con zamarras, una especie de chaquetas, de piel de oveja. Los niños se asustaban un poco y cuando alguno iba vestido con muchos atuendos se decía que parecía un zamarrón. En invierno cualquier día era bueno para celebrar una fiesta. La nieve lo cubría todo y existía la costumbre de ir a las casas a jugar las cartas. Si estas visitas se hacían después de la cena se llamaban "la hila".

Los Reyes. Los niños disfrutaban con la llegada de los Reyes el día 5 de enero. Si que era un poco raro que a los más ricos, si así se podían llamar, les traían más regalos que a los más pobres. Se pedían los reyes y te daban dos caramelos y tres higos por ej. Eso los niños pero los mozos se reunían el día 5 y pasaban pidiendo reyes por todas las casas y cantaban Esta noche los Reyes... etc. En las casas donde había muerto alguien en el año no se cantaba se rezaba por el difunto. Se les invitaba a tomar vino y se les daban los reyes: garbanzos, tocino, chorizo costillas de cerdo: el "pique", patatas, arroz y algún dinero. Con esto en una de las casas que se comprometían a cocinarlo hacían el día de Reyes una gran comida y cena y todavía prolongaban algunos días más, Con el dinero compraban café y licores. Era costumbre el día de reyes después de cenar pasar las mozas para "echar la manzana". Preparaban unas ollas con agua y se pasaba con una manzana para, después de cocida hacer compota que todo el mundo estaba invitado a tomar con mucho azúcar. Se obsequiaba a todos con chorizo cocido. Después se jugaba, se bailaba y charlaba durante toda la noche. Los carnavales: En nuestra época se celebraban poco porque estaba prohibido disfrazarse. Esto se hizo en épocas posteriores. De todas formas quedaba un resto.
¿A qué se jugaba tanto en la infancia como en la juventud? Se jugaba por épocas. A las piedras, a las tabas, a la comba a las banderillas. Este juego consistía en hacer dos campos colocar en cada uno una banderilla e intentar robarla al bando contrario y no quedar presa en el campo. Recuerdo el juego de los hoyos, con una pelota se trataba de hacerla rodar hacia los hoyos. Cada jugador tiene uno y si cae en el suyo tiene que salir corriendo si el que dirige la pelota le alcanza con esta se pondrá una piedra en el hoyo y se anulará su hoyo cuando tenga cinco piedras. Se jugaba mucho a las cartas (brisca, tute, julepe, siete y media), sobre todo en invierno, al parcheéis y las damas. Los mayores casi siempre a las cartas.
Casa Las casas eran grandes. En una parte vivía la familia y en otra más o menos la mitad, los animales. En esta parte estaba el pajar donde se recogía la paja y la hierba para comida de los animales en invierno cuando el agua y sobre todo la nieve no les dejaba salir a pastar, Se hacía fuego en la chimenea y allí se hacía también la comida. También había cocinas de carbón. Las habitaciones estaban muy frías. Tanto habitaciones como la cocina y el portal eran grandes y espaciosos. También existía la portaleja (lugar abierto que servía para colocar los arados, los trillos, las herramientas y la leña. En verano servia para refugiarse del sol los animales. También existía la hornera que servía para hacer el pan. Se amasaba en casa y se cocía en el horno. Se solía hacer pan para 10 ó 15 días cada vez. En el horno además del pan se hacían las tortas y los roscos, y galletas también. El pan era de harina que se cosechaba en sus fincas y se molía en un molino común. El molinero se quedaba con una parte por devolvértelo en harina. Esto se llamaba "maquillar". Cuando el trigo escaseaba se empleaba también centeno.
La fragua Era una casita muy pequeña que había a la entrada del pueblo y pertenecía a todos. Con un fuelle muy grande se avivaba un fuego que servía para calentar el hierro y arreglar o hacer herramientas. En el exterior de la fragua estaba el potro que consistía en cuatro maderos colocados verticalmente donde se ataba las vacas y a los caballos y se les colocaban en los pies las herraduras. En el fuego se moldeaba tanto la herradura como los clavos con que se clavaba.
¿Quién hizo el puente? Mucha gente de Tremaya buscando una vida mejor emigraba por entonces a Argentina. A unos les iba muy bien y volvían ayudando a su familia, otros ayudaban también al pueblo. Uno de ellos D. Francisco Buedo Rivero dijo al pueblo que le pidiesen lo que quisieran y los vecinos del pueblo le pidieron el puente, la escuela y el cementerio. No se atrevieron a pedir más.
Escuela El tiempo que estuvimos en la escuela lo recordamos con mucho cariño. Los niños comenzaban a ir a la escuela cuando sus padres querían y lo dejaban cuando querían ellos.A veces se veía alumnos de 18 años. Nunca se pagaba y te daban también los libros. Muchas veces había menos libros que alumnos y se estudiaba en grupos. La escuela era mixta y unitaria y con muy pocos alumnos. Había un solo maestro que atendía por turnos a las distintas secciones. Lo mismo enseñaba las letras que la Reconquista. Se rezaba al comenzar y se cantaban muchas canciones regionales. A la salida o a la entrada se cantaba el Himno nacional. En invierno se hacía fuego en la chimenea y la leña la llevaban los alumnos voluntariamente. Si había poca se hacía turnos. Cuando hacía buen tiempo los niños iban poco a la escuela porque ayudaban a sus padres en el trabajo del campo. Normalmente eran los niños los que fallaban. Era como una costumbre. Algunos padres se lo tomaban muy en serio y trabajaban sin descanso para que los niños fueran siempre a la escuela y prescindían de su pequeño trabajo. Tuvimos unos maestros que recordaremos con mucho cariño. D. Ignacio, era gallego, Dña. Raimunda todos la queríamos mucho, D. Luis Guzmán este vive en Tarragona, se casó con una chica del pueblo. Dn Cruz, se fue de policía secreta a Alcoy, D. Juan Manuel, guardamos una foto con los alumnos. No sabría cómo buscarlos. Los sacerdotes me acuerdo de D. Jerónimo que tiene más de 93 años es del pueblo de Colmenares y vive aún en Palencia en una casa de Sacerdotes, D. Adrián que nos bautizó murió hace mucho, D. José que se fue a misiones creo que al Brasil y D. Abundio. Después eran cada vez menos y se compartían con varios pueblos.
Religión Preparaba el Sacerdote sin demasiada diferencia de los demás niños pues a todos se les enseñaba muy bien la doctrina. Cuando llegaba la edad o se les consideraba preparados se hacía la Comunión. La edad era desde 6 a 8 años. El día era muy sencillo. Se llevaba un traje nuevo normal, después de la Misa el Sacerdote nos llevaba a su casa y nos invitaba a chocolate y después se pasaba con la familia. No había invitadas. A la ceremonia iba toda la gente del pueblo lo mismo que a las bodas y a los bautizos. El día del Bautismo. Los padrinos te llevaban a la puerta de la Iglesia y el Sacerdote hacía las oraciones correspondientes te pasaban a la Pila bautismal y se hacia el rito del Bautismo. No había preparación previa ni a padrinos ni a padres. Se les consideraba preparados pues se explicaba mucho el catecismo antes del rezo del Rosario en cuaresma, en adviento, en octubre... Se iba un poco antes y el portal de la Iglesia o dentro de ella el Sr. Cura daba la catequesis

Tiempos fuertes Semana Santa. Se preparaba con una cuaresma en que se suspendían los bailes. Las chicas los domingos iban de paseo a la carretera o jugaban a las cartas en las casas. Se rezaba el Rosario en la Iglesia durante toda la cuaresma. Los viernes y los domingos se hacía el Via-Crucis. Los domingos se cantaba en todas las estaciones. El domingo de Ramos se bendecían los ramos y se hacía la bendición de los ramos. El lunes en el Rosario de la noche se cantaba un canto especial y el martes, el miércoles se tenía el oficio de las tinieblas. Se iban apagando las luces una a una hasta que se apagaban todas y en un momento todos los niños y jóvenes tacaban las "carracas" y los mayores daban palmas con las manos y patadas en el suelo. Este oficio de tinieblas se repetía el jueves y el viernes. El miércoles por la tarde se ponía el monumento con muchas telas y pinturas encabezadas con un cuadro de la Cena que ocupaba todo el altar. Los oficios de Semana Santa según la liturgia de entonces y el día de Pascua se hacía una procesión can la Virgen muy engalanada de flores.

Mes de Mayo: Toda la gente del pueblo estaba invitada a rezar el Rosario al entrar la noche. Era también un rato de expansión. A la entrada de la Iglesia se jugaba y se llevaban muchas flores los "lirones" eran los más frecuentes. Al final del Rosario se cantaba un canto a la Virgen que variaba todos los días pero había uno que siempre era el mismo: "Venid y vamos todos" y es cuando todas las niñas tomaban el ramo de flores en la mano y lo ofrecían a la Virgen. Todos las flores quedaban en el altar que ellas colocaban hasta que las mismas niñas retiraban las que se iban marchitando. Los domingos se recitaban versos que cada una se preparaba o también el Sacerdote o la Maestra. Había mucha libertad para prepararlo. El Corpus: Cada año uno de los vecinos por riguroso turno se traía del monte unos ramos verdes y se colocaban por donde tenía que pasar la procesión. Algún voluntario hacia la "casuca" un altar cubierto con una especie de caseta con muchas flores del campo y telas o colchas y pañitos de encaje que la gente ofrecía para el momento, lo mejor que tenían entre todos. Las niñas cortaban muchas flores "zapatitos" (que se llamaba así a la flor de la retama) y otras flores muy variadas y se iban tirando al paso del Palio y encima del palio de forma que los que lo llevaban tenían que detenerse algunas veces para vaciarlo. El camino quedaba lleno de flores. Algunas dejaban repuesto a la puerta de su casa para el recambio. Ya por la mañana temprano la gente madrugaba para barrer su trozo de calle y echar flores en el suelo.

Navidades: Normalmente había mucha nieve y se celebraba en familia de padres e hijos cada unos en su casa, claro que en la casa estaban los abuelos. A veces. Después de la cena se salía a otra casa del pueblo, pues la relación entre los demás era como de familia. Se esperaba la hora de la Misa de Gallo y se iba rompiendo la nieve. El año nuevo se celebraba como se celebraban las fiestas de invierno con mucha nieve en una casa jugando y por la tarde y noche baile. Los hombres frecuentaban la taberna y allí jugaban y también se ponían demasiado alegres. Con el frío era frecuente tomar copas y por tanto alguna demás. Las mujeres normalmente se quedaban en casa. Disfrutaban, o por lo menos así lo parecía, preparando una sabroso comida.

De qué vivía el Cura? El Cura tenía unas fincas y una casa, que normalmente no vivía en ella, pues vivía en casa de una familia y supongo que pagaría con lo que le daban con sus fincas y los estipendios de las Misas, bautizos y entierros que no creo que fuesen mucho pues eran muy pocos los vecinos. Era muy aceptado. Le llevaban huevos y un panecillo que le dejaban en la Iglesia donde cada familia disponía de un pequeñísimo lugar para poner velas a sus difuntos.
La vida en Tremaya cuando éramos jóvenes era para nosotras algo maravilloso que nos encanta haber vivido. Valorábamos el hogar los verdaderos hermanos y amigos, la vida familiar, la confianza, la paz, aunque no dejaba de haber sus discusiones y sus enfados, era la casa de todos era... algo que te dice a gritos que se puede ser felices con poquísimas cosas. Una muñeca de trapo o un tren de cartón o un carro de madera o una pelota de lana sirvieron para hacernos felices porque en casa había mucho amor y en Tremaya mucha confianza, disponibilidad y cariño.

 

Hasta yo ejercí la labor de pastoreo y nadie mejor que Agustín para conocer con detalle esta actividad.

Pastoreo y trashumancia en Campoo de Suso
Agustín Rodríguez Fernández

Foto: José L. Estalayo
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LA TRADICIÓN DEL PASTOREO DE MONTAÑA

Dentro del ámbito rural de Cantabria, y así lo confirman las fuentes históricas desde la Edad Media, la ganadería ha sido pilar de la economía de los pueblos. Determinadas zonas de montaña, marcadas por fuertes contrastes térmicos estacionales y dotadas de pastos alpinos y prealpinos, han sido secularmente explotadas por el pastoreo extensivo de bovinos autóctonos y otros ganados (ovino, caprino, caballar y de cerda). Estas zonas altas de pastos, conocidas como puertos de pastoreo, han sido y son especialmente favorables para la ganadería extensiva y, para su aprovechamiento, muchos de ellos cuentan con antiguas ordenanzas que, actualizadas en algunos casos (Áliva, Mancomunidad de Campoo-Cabuérniga), han regulado, a lo largo de los siglos, los pormenores e incidencias de su usufructo.

El primer antecedente de esta regulación lo encontramos en los fueros reales, o privilegios de inmunidad, concedidos en la Edad Media a los ganados de los monasterios de Cervatos y Oña en extensas áreas de Cantabria. Pero es a partir del siglo XV cuando se documentan los ordenamientos del aprovechamiento de hierbas en numerosas zonas de pastoreo de montaña.

El ejemplo más típico de alternancia de pastos, entre comarcas altas y bajas de la región, lo encontramos en Campoo y en los valles de las antiguas Asturias de Santillana. Conforme a sucesivas concordias, firmadas por los concejos implicados desde finales del siglo XV, los rebaños y vacadas campurrianos aprovechaban pastos de invierno en los valles medios y bajos de la rasa litoral, mientras que cabañas de las Asturias gozaban en verano pastos de los puertos de Campoo.

El pastoreo de semitrashumancia constituyó el régimen típico de la comarca de Monte de Pas y términos de la villa de Espinosa de los Monteros (Burgos), Pero el fenómeno trashumante por excelencia del país, el representado por los ganados mesteños, tuvo por escenario fundamental, en nuestra región, a los puertos altos de Campoo (Hermandad de Campoo de Suso y Marquesado de Argüeso). Todos los años, de junio a septiembre, las laderas de la sierra de Hijar se poblaban de merinas trashumantes que llegaban, huyendo de los calores veraniegos de las dehesas extremeñas, en rebaños propios de ganaderos de La Mesta, superando a veces las seis mil cabezas por temporada, fenómeno que aún pervive en nuestros días.

CAMPOO Y SUS PUERTOS DE PASTOREO

Los puertos altos campurrianos están constituidos por el conjunto de montes y sierras que, dispuestos entre unas cotas de altitud comprendidas entre los 1.200 y 2.200 metros, forman el arco de la cuenca alta del río Híjar y sus arroyos afluentes. Aunque se identifican genéricamente por el nombre de las sierras en que radican (Peña Labra, Híjar, Lodar y Palombera), las fuentes documentales distinguen diferentes sectores de cada una de ellas: en las sierras de Peña Labra e Híjar se alude a la Cuenca de Brez (o de Mazandrero), Llano de Santa María, Guzmerones y Cuencajén; en Palombera se citan los de Sejos, Palombera, Pidruecos, Lodar y Pagüenzo. Los puertos bajos ocupan una franja inferior de terreno, entre los 800 y los 1.200 metros de altitud.

Si en el caso de los puertos bajos cada concejo poseía el suyo, la propiedad de los puertos altos era compartida, mancomunadamente, por los 24 pueblos que componían la Hermandad de Campoo de Suso y Marquesado de Argüeso. Esta propiedad comunal y usufructo colectivo de los puertos de montaña aparecen sancionados en el artículo 75 de las Ordenanzas de la Hermandad de Campoo de Suso, confirmadas por el Consejo de Castilla en 1589 (1).

SOPORTE DEL FASTOREO: LOS PASTOS DE MONTAÑA

Los soportes físicos de la actividad pecuaria eran, como en cualquier espacio rural, el terrazgo (tierras y prados) y el monte que, articulados a su vez por el hábitat, constituían los factores esenciales de la ordenación del suelo y configuraban las unidades de ocupación y asentamiento de las unidades demográficas históricamente organizadas en concejos. Dentro del monte, entendido en su amplio sentido, se encuadraban los puertos de pastoreo, formados por masas boscosas (robles, hayas, acebos), sotobosque (avellanos, escobas, espinos, brezos), baldíos y sierras de pastos.

El pastoreo en el terrazgo estaba supeditado al sistema de derrotas, una manifestación más del aprovechamiento colectivo de hierbas y rastrojos en prados y tierras de labor una vez levantados sus frutos. Su cierre coincidía, en el labradío, con el inicio de la nueva sementera (septiembre), mientras que en la pradería la derrota se prolongaba hasta febrero, cuando se cerraban las camberas.

La mayor parte del terrazgo estaba en manos de particulares, vecinos o forasteros. Sin existir grandes propietarios, destacaban el Duque del Infantado, el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) y los mayorazgos de la familia De los Ríos, éstos últimos dueños, además, en 1595, de la Venta de Tajahierro, en el camino de Palombera (2). Entre los dueños de pradería merecen destacarse los propios concejos, la mayoría de los cuales poseían uno o más prados de concejo. El prado del concejo de Suano incluía en su recinto, en 1699, la Casa-venta de Somahoz y un molino maquilero (3).

En el terreno dominado por el monte, baldíos y sierras de pastos, de propiedad comunal, se distinguían diferentes zonas de pastos, cuyo aprovechamiento por parte de los ganados, siempre en régimen de pastoreo extensivo, quedaba minuciosamente regulado por las Ordenanzas, concejiles y de la Hermandad de Campoo de Suso. Estos cuerpos legislativos distinguían las dehesas o concías, los seles y los puertos propiamente dichos.

Las concías eran las dehesas de las brañas situadas en las laderas medias de los montes, acotadas para el pasto de hierbas, hojas de acebas, granas de robles y hayas, así como para el aprovechamiento de maderas. Las Ordenanzas de 1589 localizan varias de estas dehesas en la sierra de Palombera: Que se guarden por dehesas y conçias de esta Hermandad: en el río de Argoza, desde el sel de Buzpajones como va al pernal de Don Gutiérrez, que es y se entiende ser aguas vertientes de Fuentes, y desde allí baxa por el birotán de Buzpajones arriba, hasta el camino real que va para Bárcena Mayor. Del mismo modo, en el río de Ruqueriendo: desde lasfuentes de Garabal, que están al camino real, por la braña de Bustamezán abajo, por derecho al vado de Sel Alto y salga a las peñas de Los Movejos y a la canal de las Arrabalías, hasta el collado de Boçedrún (4).

Eran estas dehesas zonas preferentes de pastos para las vacadas de bueyes y vacas duendas, uncideros unos y otras, y para las piaras concejiles de puercos que aprovechaban las bellotas y los hayucos de la otoñada. En estas conçías se prohibía cortar acebos jóvenes, de menos de un pulgar de gruesos, y talar robles, grandes o pequeños, a no ser que su madera se destinase para las casas de los vecinos o para la venta dentro de los términos de la Hermandad de Campoo de Suso y Marquesado de Argüeso (5).

Los seles eran sitios comunales de pastos destinados al sesteo, toma de sombra, abrigo y dormida de los ganados en los puertos altos. Su ocupación solía ser estacional, destacando en este sentido, los seles de primavera y los seles de verano. Su característica más notable era el contar con un espacio cercado, o corral, rodeado de pared seca o, a veces, de troncos, con una sola entrada que se cerraba durante las noches; en su centro podía existir una piedra grande o un árbol frondoso, aquélla para hacer fuego sobre ella en noches frías, éste para dar sombra al ganado en días calurosos.

Junto al cercado del sel los pastores construían una cabaña o choza, cubierta de troncos de madera (banzos) y céspedes en un conjunto que llamaban abanzado, donde se protegían de las inclemencias del tiempo y pernoctaban.

La mayoría de los seles de primavera se localizaban en el puerto de Palombera: El Andrino, Bustamezán, Espinas, Fuentes, Tronquillo, Pidruecos, Avellanedo, El Roblón, Pazambrero, Candenosuco, Cetores, Lodar y otros. Con frecuencia, su uso y disfrute fue objeto de disputas y litigios entre los numerosos concejos de Campoo.

HIERBAS CAMPURRIANAS Y GANADOS TRASHUMANTES

El aprovechamiento tradicional de los pastos campurrianos de montaña se efectuó, conjuntamente, por rebaños y cabañas propios y por ganados forasteros. Por principio general, las Ordenanzas de la Hermandad de Campoo de Suso prohibían a cualquier concejo o vecino particular coxer ningún ganado de fuera parte, mayor o menor, para mantenerlo en los términos de la misma sin autorización expresa (6). De hecho, necesidades económicas permanentes obligaron a los concejos campurrianos a practicar sucesivos arriendos de pastos a ganados forasteros, sobre todo a ovejas merinas de La Mesta.

a) Pastoreo de ganados concejiles: La práctica totalidad de los vecinos poseía, en propiedad o en aparcería, cabezas de ganado vacuno, lanar, caprino, de cerda y caballar. Todos los aspectos de esta actividad ganadera estaban regulados por las respectivas Ordenanzas de los concejos: contrata de pastores, señalamiento de sementales, veredas de pastos, fecha de subida a los puertos y de entrada en los seles, sanidad animal, prendadas y multas. En cada concejo, la guarda y pastoreo se efectuaba en común, constituyéndose tantas vecerías, o guardas, como especies de ganado. Salvo los bueyes y vacas de uncir, que solían pastar en las dehesas (concias) y en las coterías próximas a los cascos de los pueblos, vigilados siempre por sus propios dueños, así como las yeguas y caballos de silla que pacían los prados cercados y los campos del concejo, el resto del ganado era mantenido, siempre que el clima así lo permitía, en las sierras y puertos bajo la guarda de pastores asalariados de cada concejo.

Este pastoreo colectivo era norma legislada en todos los lugares, hasta tal punto, que ningún vecino podía guardar vacada o rebaño aparte, separados de las vecerías comunes del pueblo. El señalamiento de veredas impedía el que varios rebaños, de igual o de diferente especie, coincidiesen en un mismo paraje de pastos. Las vacas que habían permanecido estabuladas durante el invierno, sobre todo las de labor, paridas con cría o enfermas, solían subir a los puertos de Palombera a partir del 16 de abril, festividad de Santo Toribio. Las reses vacunas estieles, es decir, las que no conocían cría y que, salvo la temporada de nieves, permanecían en los puertos bajos, pasaban a la sierra de Híjar a mediados de junio, ocho días antes de San Juan, fecha en que llegaban a los mismos pastos las vacadas que antes habían estado en el puerto de Sejos. Con el fin de evitar roces y discordias, los concejos solían firmar acuerdos que fijaban las veredas y permanencias de sus respectivos ganados en los puertos y seles de montaña (7).

La cría de ganado caballar y mular mereció atención especial del ordenamiento concejil. Así, las manadas de yeguas no podían usar corrales en ningún sel ocupado por cabañas de vacuno. Había muchas yeguas y pocas paradas, de ahí que un solo garañón solía cubrir a demasiadas hembras, motivo por el que, con frecuencia, muchas quedaban vacías. Para evitarlo, las Ordenanzas de 1589 prohibieron echar a cada garañón más de 45 yeguas. Los cruces de yegua con garañón eran los más usuales, aunque también se utilizaban caballos padres y toda parada estaba obligada a contar con buenos caballos de marca (8).

La montanera de granas (bellotas y hayucos) era la norma del pastoreo extensivo del ganado de cerda. Las piaras campurrianas no sólo pacían las hierbas y granas de los puertos de Campoo, sino que alternaban estos pastos propios con los de los montes de los valles de Cabuérniga, Cabezón y Valdáliga. Al fin de obtener un óptimo aprovechamiento de las montaneras propias, el pastoreo comenzaba con la subida de los cerdos a los puertos de Palombera, hasta los hitos divisorios con el terreno de las Asturias de Santillana para, desde allí, ir bajando por las laderas, día a día, hasta llegar a las dehesas bajas de Campoo, próximas ya al terrazgo de los pueblos.

Junto a las inclemencias del tiempo, en los largos y crudos inviernos, y las enfermedades, el mayor enemigo del ganado era el lobo, capaz de atacarlo en cualquier época del año. De ahí que la administración de la Hermandad y Marquesado premiase con tres ducados cada muerte de una de estas fieras y con dos mil maravedises la captura de una camada de lobeznos. Una vez al año, al menos, los concejos practicaban batidas para correr los lobos, a las que debía asistir, por cada casa, una persona mayor de quince años (9).

Todo dueño de res enferma debía manifestarlo a los regidores de su concejo, para comprobar la clase de enfermedad que padecía. Si resultaba ser mal contagioso y la res moría en el pueblo era soterrada cubierta de cal viva; si ocurría en el monte se la quemaba. Por razones obvias, se prohibía arrojar animales muertos a ríos, fuentes y arroyos (10).

Los ganados forasteros que, sin autorización o contrato con la Hermandad de Campoo de Suso, eran sorprendidos pastando dentro de sus términos concejiles, podían ser prendados por cualquier vecino y éste debía presentar las prendas tomadas, en el plazo de tres días, a los procuradores generales de la Hermandad, quienes sentenciaban las penas adecuadas, conforme a la Ordenanza (11).

b) Arrendamiento de pastos a ganados forasteros: El aprovechamiento de las hierbas y granas de los puertos campurrianos no se limitó al usufructo mancomunado de los ganados propios. Ya desde finales del siglo XV, como hemos apuntado, las fuentes documentales nos confirman el pastoreo de cabañas procedentes de los valles de las Asturias de Santillana en los puertos de Palombera, Sejos e Híjar. Igualmente, la presencia de rebaños ovinos de La Mesta se constata, al menos, desde las últimas décadas del siglo XVI. Esta doble presencia de ganados forasteros obedeció, sin embargo, a dos modalidades de participación en el usufructo de las hierbas. Mientras que el pastoreo de vacadas asturianas en la montaña campurriana fue el resultado de una alternancia estacional de pastos, pactada entre la Hermandad de Campoo de Suso y el Marquesado de Argüeso con diferentes concejos de los valles de las Asturias de Santillana, sin contraprestación económica alguna por parte de las partes contratantes, el herbaje de merinas mesteñas respondió a contratos de arrendamiento entre Campoo, o sus concejos, y ganaderos de La Mesta, con el consiguiente pago de una renta, en metálico, a cargo de los segundos.

La alternancia estacional de pastos entre las cabañas de vacunos de Campoo y ganados de las Asturias de Santillana se practicó ya, probablemente, desde la Edad Media. Por concordia de 1497, firmada entre la Hermandad de Campoo de Suso y el valle de Cabuérniga, no sólo se regulaban las zonas y épocas estacionales de pastoreo que correspondían a los respectivos concejos en los puertos de Palombera, Lodar, Sejos e Híjar, sino también las cañadas que habían de seguir las cabañas campurrianas en su descenso invernal hacia las majadas de la marina: Hoz de Santa Lucía, entre los valles de Cabuérniga y Cabezón, y La Hermida, por las Caldas de Besaya. En reciprocidad, el ganado vacuno de Ibio, Herrera, Cos, Mazcuerras y otros lugares enveranaba, desde San Juan (24 de junio) a San Lucas (18 de octubre) en los puertos de Campoo, tal como determinaba el compromiso firmado en 1561 por la Hermandad de Campoo de Suso y los concejos del valle de Cabezón.

Ocasionalmente, con independencia del contrato general de pastos con los concejos y valles de las Asturias de Santillana, la Hermandad de Campoo de Suso formalizó arrendamientos de sus puertos comunales, por uno o por varios agostaderos, con ganaderos particulares. A finales del siglo XVIII, los arriendos de las hierbas del puerto de Lodar solían ser subastados por la Hermandad, que los adjudicaba al mejor postor, ya fuera un particular o un concejo, por varias temporadas estivales (agostaderos), desde el 20 de mayo hasta el 29 de septiembre de cada año. Otro ejemplo de alternancia de pastos, en trashumancia estacional, lo encontramos en el pastoreo del ganado de cerda. En cada otoñada, desde septiembre hasta finales de noviembre, piaras de Campoo, practicaban montanera en los montes de Cabezón, Cabuérniga y Valdáliga.

Pero los puertos de Campoo de Suso, los altos y los bajos, han servido, además, de escenario secular al pastoreo más importante del país en régimen de trashumancia, el del Honrado Concejo de La Mesta, institución que, durante casi seis siglos (1273 a 1836), agrupó a todos los ganaderos y pastores del reino de Castilla. Puntualmente, desde San Juan de junio a San Miguel de septiembre, rebaños de merinas trashumantes han acudido a su cita anual con los puertos campurrianos desde las ardientes dehesas extremeñas.

No es fácil precisar la fecha primera en que los rebaños mesteños llegaron a los montes de Campoo. En el siglo XVI, época de pleno apogeo de La Mesta, su presencia era ya un hecho. En efecto, las Ordenanzas de 1589, además de reconocer la realidad de los arriendos de hierbas a rebaños mesteños, regulaban el modo de practicarlos y explicaban, con claridad, la causa fundamental de los mismos, la crónica penuria económica de los pueblos campurrianos: Como en la Hermandad, entre veçinos y conçejos suele haber ruidos, diferençias y escándalos sobre arrendar los términos al ganado extremeño cuando hay necesidad de dinero para gastos forçosos de pleitos y defensa de dichos términos y, algunas veçes, algunas personas provocan a los fieles y rexidores; de aquí adelante, cuando se hubieren de arrendar dichos términos, sea con voluntad y consentimiento, vengan, de cada conçejo, fiel y rexidor con voto espeçial de sus conçejos (12).

Los testimonios conservados en los protocolos notariales confirman la existencia de dos clases de contratos para los arriendos de pastos a rebaños merinos en los puertos de Campoo: los otorgados por cada concejo en particular de sus términos privativos y los arriendos generales de los cinco puertos altos, comunes a todos los pueblos, firmados por la Hermandad de Campoo y el Marquesado de Argüeso. De los contratos localizados, los firmados en el siglo XVII pertenecen al primer tipo; por el contrario, la práctica totalidad de los otorgados en el siglo XVIII corresponden al segundo.

Todos los arriendos de términos particulares de un concejo respondían a fórmulas y condiciones similares: se hacían por uno o varios agostaderos, por temporadas anuales que iban desde San Juan hasta San Miguel; el precio de los pastos se calculaba en un tanto por cabeza merina y temporada, pero se permitía al ganadero arrendador herbajar gratis, junto a las ovejas de paga, un número variable de cabezas que, por este motivo, recibían el apelativo de baldadas, además de carneros machos (moruecos) y cabras, así como varias cabalgaduras para el servicio de mayorales y pastores. Además del importe, en metálico, de la renta anual acordada, a pagar en cada agostadero en fechas señaladas y variables (por San Pedro, Nuestra Señora de agosto, San Bartolomé, San Mateo), el ganadero, o su mayoral, ofrecían al concejo arrendante de los pastos, el día en que el ganado llegaba a los puertos y en concepto de entrada, una o dos reses ovinas, una o dos cántaras de vino y una docena de panes de trigo.

Los cinco puertos altos de la sierra de Híjar comprendían cinco zonas de pastos conocidas como Cuenca de Brez (o de Mazandrero), Llano de Santa María, Pidruecos, Guzmerones y Cuencajén. Los arrendamientos de sus pastos los efectuaban, en nombre de todos los pueblos de Campoo, los procuradores generales de la Hermandad y del Marquesado, acompañados por los diputados de todos los concejos.

El primer arriendo localizado se formalizó, el 30 de enero de 1710, con José de Güemes Horcasitas, ganadero de Reinosa, para enveranar en los cinco puertos mencionados, durante los cuatro agostaderos siguientes (1710 a 1713), seis mil ovejas merinas de paga y otras 600 baldadas. Las 6.600 ovejas habían de repartirse en cinco rebaños de 1.320 cabezas, uno para cada puerto, a cambio de una renta de 6.882 reales por cada temporada, satisfechos en dos pagas: la primera por San Juan (24 de junio) y la segunda por San Miguel (29 de septiembre). En concepto de entrada, otros 250 reales anuales, también en metálico. Las condiciones de este contrato se repetirían, apenas sin variación, en todos los arrendamientos formalizados a lo largo del siglo XVIII:

* El arrendatario podía herbajar gratuitamente, además de las 600 ovejas baldadas, 12 cabras y 4 caballerías (3 mayores y 1 menor) por cada uno de los cinco rebaños, pero ninguna de las caballerías podía ser mular o caballo entero.

* El ganado debía entrar en los puertos ocho días antes o después de San Juan, y salir de ellos ocho días antes o después de San Miguel, guardando en su pastoreo los mojones de los términos señalados por la Hermandad de Campoo de Suso. Tanto la entrada como la salida habían de efectuarse por las cañadas acostumbradas, a través del puerto de Nuestra Señora del Abra y Collado de Somahoz.

* Los moruecos, hasta un total de 300, destinados a la cubrición de las ovejas, sólo podían permanecer con éstas desde primero de julio hasta el 15 de agosto.

* Si el arrendatario tomare también alguno de los puertos bajos, propios de los concejos, sus ganados gozarían de libre tránsito por los caminos de los pueblos, aunque no podrían detenerse en ellos ni causar daño en los frutos y heredades.

* En caso de grandes nieves o lluvias que impidieren la estancia del ganado en los puertos altos, los rebaños podrían descender a los bajos y permanecer en ellos, pero sólo hasta que el temporal amainase.

* Los vecinos de la Hermandad y Marquesado no podían traer a estos puertos, así arrendados, otros ganados lanares, cabríos o caballares, sino sólo los suyos propios (13).

Hasta 1722 los arriendos de los puertos altos campurrianos se hacen por períodos de cuatro años, pero a partir de esa fecha predominan los formalizados por seis agostaderos o temporadas, sin que falten contratos para plazos más variables, por dos o, incluso, por nueve años. Hay un espacio de unos treinta y cinco años (1746 a 1780) para el que no hemos localizado arrendamiento alguno.

Pese a ser Campoo de Suso una comarca dotada de amplias zonas comunales de pastos de montaña, capaz de alimentar cabañas y rebaños numerosos, la penuria crónica de sus concejos, agravada por la fuerte presión fiscal de la época, forzó a éstos a recurrir al arriendo de sus pastos a ganados forasteros en detrimento, a veces, de la ganadería propia. Pueblos de economía básicamente agropecuaria, aislados en un ámbito rural sin apenas relación con otros espacios exteriores a su entorno, el pastoreo ejercido en sus puertos de montaña fue, sin duda, uno de los contados vínculos de relación entre esta comarca cantábrica y otros ámbitos socioeconómicos más amplios de la región y del país.


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NOTAS

(1) Biblioteca Municipal de Santander, Manuscritos, núm. 438. Confirmadas por el Supremo Consejo de Castilla. (Public. Por J. Calderón Escalada: Campoo. Panorama histórico y etnográfico de un Valle, Santander 1971, pp. 215-226).

(2) Archivo Histórico Provincial de Cantabria (A. H. P. C.), Protocolos, leg. 3. 859, fs. 28-29.

(3) Ibid., Protocolos, leg. 3.967, fs. 41-42.

(4) Ordenanzas de la Hermandad de Campoo de Suso (1589), art. 36.

(5) Ibid., arts. 15 y 63.

(6) ibid., art. 7.

(7) Ejemplos de estos compromisos los tenemos en el firmado en 1702 por los concejos de Villacantid, Izara y Suano sobre el uso de los seles en El Andrino, Bustamezán, Espinas, Tronquillo y Pidruecos (A. H. P. C., Protocolos, leg. 3.968, fis. 37-38), o en el suscrito en 1780 entre los pueblos de Fontibre, Salces, La Miña, Camino y Argüeso, de una parte, y los de La Población y Mazandrero, de otra, sobre la ocupación de los seles de Tronquillo, El Roblón, Fuentes, Pazambrero, Candenosuco, Cetores y Lodar (A. H. P. C., Protocolos, leg. 4.161, fs. 19-220).

(8) Ordenanzas, arts. 43, 77 y 78.

(9) Ibid., arts. 25 y 35.

(10) Ibid, arts. 17, 18 y 44.

(11) Ibid., arts. 45 y 53.

(12) Ibid., art. 62.

(13) A. H. P. C., Protocolos, leg. 3.970, fs. 26-30.

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