LA VENGANZA DEL CONDE. | |
En una elevada peña, situada junto a Tremaya; Desafianzo a las nubes, a que en altura se iguala; Ya quedan pocas señales en el sitio que ocupara; Con sus muros y sus torres por almenas coronadas, Que de tan notable altura sus dominios divisaba, Los Llazos miraba al frente junto al peñasco Tremaya, En medio Santa María, San Juan a la bajerada, Más lejos Lores veía, do la nobleza habitaba, Areños y Camasobres cerca de allí se encontraban Más al sur San Salvador, y a su inmediación Lebanza; donde se alzaba el santuario del viejo patrón de España, A otro lado Polentinos donde la vista no alcanza, Carracedo más arriba, que entonces poblado estaba, A la espalda del castillo verdes montañas se alzaban Era la Castillería, cuna de gentes honradas, Libre este valle vivía, sin yugo que le pesara, Mas hubo tiempo también, en que su cerviz doblara, Y tal había sucedido en la edad afortunada, Tranquilos en sus contornos varios pueblos encerraba, De otra parte Roblecedo, que sin gente se quedara, Y escondido al occidente, en situación muy galana, A estos y otros varios pueblos de las próximas comarcas, comprendiendo en su recinto a la villa cerverana, y parte del monte Vinnio, a cuyos pies fue fundada allí donde los guerreros de la heroica y fiel Cantabria tiñendo con noble sangre la corriente de las aguas Conviene agregar por fin que ella en conjunto lindaba II Conocido así el terreno, donde el suceso pasara, Hace de esto muchos años, como que entonces finaba pasando a Sancho el Mayor de la casa de Navarra, y el cual compartió su trono con la reina Doña Sancha, después que murió Bermudo, último especial monarca, El Cid Campeador entonces su ilustre vida empezaba, Todo esto aquí referido, para fijar nuestra marcha, Ocurrió pues, que en Pernía famoso conde mandaba, Llamábase Munio Gómez, aunque en Bustio le trocara Hijo fue de Gómez Díaz, noble conde de Saldaña, Su madre fue Mumadona, hija bella y apreciada, Su bisabuelo paterno fue don Munio de Saldaña, Con el gran Nuño Rasura, aquel que en época aciaga Estaba soltero el conde y aunque ya lo reclamaban Hasta que vio una doncella joven, apuesta y gallarda, hija de Doña Adosinda, rica señora asturiana, que hasta hizo cara a Almanzor, cuando con pasión insana, Esta niña candorosa fue, pues ocasión y causa Prendose de su hermosura y de sus virtudes raras, sin que sirviera de obstáculo la diferencia marcada pues nacida el año mil ella unos veinte contaba, III Era Munio caballero de fuerte brío y pujanza, Religioso y justiciero, a su patria idolatraba, cuando con fieles vasallos nacidos de sus montañas, en unión de sus hermanos Garcí Gómez de Saldaña, Con las fieras de sus bosques en tiempo de paz lidiaba, cazando además tasugos, lobos, raposas taimadas, con los corzos y rebecos y ciervos de grandes astas, perdices y codornices y palomas irisadas, Y Doña Elvira Fagilaz, que así la esposa se llama, de esbelto talle, ojos negros, gracioso andar, tez muy blanca, Afable con sus criados con sus vasallos muy llana, En su castillo vivían; felices se contemplaban Descendiendo algunas veces, por la espina paseaban, Desde allí toda Pernía con la vista registraban, Vieron alzarse las nubes del pozo de Curavacas, saludando con respeto la cruz que entonces se alzaba Vieron pastar los ganados en las laderas cercanas, De Peñas Negras arriba nada oculto a sus miradas Mirando a sus pies del río veían las dulces aguas, surgiendo allí al aire libre después de ir aprisionadas no lejos del Cobarrés, do el Rey Casto se albergara, Añosos Robles contemplan y sierras muy elevadas, siendo notable entre todas, el pico de las Tres Aguas, y además Valdecebollas, que los geodestas enlazan También risueñas praderas, do límpidas fuentes manan, La vida pasan dichosos, aliviando las desgracias, En medio de esta su dicha sólo una cosa les falta
IV
Pero el destino fatal, que envidioso les miraba, El conde Munio hasta entonces en su esposa confiaba hasta que las apariencias malamente interpretadas, del conde en el pecho encienden pasión feroz y bastarda, Y no obstante las virtudes de su esposa siempre honrada, contribuyendo tal vez a este fin la circunstancia
|
Mal informado creyó que del deber olvidada, Primero duda cruel apoderose del alma, Y aunque a veces su conciencia ¡Es inocente¡ gritaba, Así que, a pesar de todo, y sin pararse a observarla, y convirtiendo en furor el amor que atesoraba Escogio tremenda noche, en que en tempestad estalla, Cubierto se hallaba el suelo de una reciente nevada, Era intensísimo el frío, y sin parar torbelada, A la media noche el conde su venganza preparaba, No le detiene el rigor de aquella estación tirana, Dispone una mula ciega, vieja, coja y también falsa, Dala por guía y apoyo sorda y muda una criada, Por camino inaccesible hasta a rebecas y cabras, por riscos do sólo posa en ocasiones el águila por do jamás anduvieron de hombre atrevido las plantas, Por allí cruel el conde a la mula encaminara, y cayendo sus despojos del Pisuerga entre las aguas,
Mas ¡Oh prodigio¡ Dios vela por Doña Elvira la santa, La esposa del conde Munio inocente y pura estaba, Y entre los mil precipicios que la mula atravesara ni una sola vez tropieza, y por la parte más agria, dejando allí para muestra del suceso que pasara, Durante el peligro, humilde Doña Elvira resignada, Viéndose a salvo después lo primero fue dar gracias Luego marchó valle abajo siguiendo el curso del agua, al atravesar un puente que al pueblecito guiaba, alabando a Dios eterno y proclamando muy alta Esto ocurrió ante las gentes, que a su paso se agolparan, y por esta causa el pueblo, donde la muda cantara, en Cantamuda trocó el nombre que antes llevaba, En tanto el conde en su altura frenético paseaba Desesperado intentó clavarse su propia espada, mas le contuvo algún ángel, para que no se matara Allí de pies y sin sosiego llegó a sorprenderle el alba, Crueles remordimientos cual fantasmas le acosaban, y que el pueblo reconociendo el milagro que se obrara, Al saber el conde Munio tales prodigios, el alma Luego parte como un rayo a do está su esposa honrada, Pide perdón muy humilde a Dios y a su Elvira amada, Mas la noble Doña Elvira no desoye sus palabras, VI Entonces arrepentido una iglesia el conde labra, aprovechando al efecto la existencia bien probada Fue esta una ilustre Abadía de monte y peñas cercada la cual en el siglo XII otro conde mejorara, llamado Rodrigo Gustios, quien después de sus campañas lo mismo que su mujer y un hijo que le quedaba Conservóse en la Abadía la regular observancia, pues, aunque mil privilegios nuestros reyes la otorgaran, Carlos III a su costa cuidó de reedificarla, Y luego cual cosa vil, pasando a manos extrañas y sus imágenes todas, viéndose tan solitarias quedando allí únicamente las tres tumbas veneradas, Otra iglesia la condesa en Cantamuda fundara, y la cual para recuerdo de la ocurrencia pasada, Pura y sublime es la fe, su arquitectura románica, Glorias tuvo y mereció distinciones señaladas, contando entre sus pastores, para que más la ilustrara, que al propio tiempo obtenía la dignidad elevada Aún este templo se ostenta luciendo su antigua fábrica, que viéndose decadente, pobre y casi abandonada, Allí descansan los restos de Doña Elvira la santa, También se conserva el puente do cantara la criada, Cantamuda alcanzó fueros y libertades muy amplias, Llegó a convertirse en villa, y estuvo un tiempo en bonanza, En el siglo XVI construyó el rollo de su plaza, Y no contento con eso, la dio por siempre sus armas, Porque ya de tiempo atrás la Pernía disfrutaban También por aquel entonces fundó para más honrarla el buen Diego Colmenares, que en la colegiata estaba Continuó así Cantamuda viviendo bajo la guarda, y cuya jurisdicción a Casavegas llegaba, Otros tiempos más contrarios han venido a perturbarla Además que los franceses, con fría y salvaje calma, y aunque después los vecinos procuraron restaurarlas, ............................. Esta es la veraz historia de Doña Elvira la santa, Su recuerdo se conserva entre las verdes montañas y en los montes y en las peñas, y del Pisuerga en las aguas Yo a los pernianos cuento esta tradición sagrada, Que no la olviden quisiera, que a sus hijos la enseñaran, para que jamás olviden los hijos de estas montañas y para que confiados en protección sobrehumana |
LA VENGANZA DEL CONDE (Colaboración de "Amostajo" en este foro): http://boards2.melodysoft.com/app?ID=jluis&msg=1116 el 30 de octubre del 2006).
El comentarista es Pedro Hidalgo Redondo.
- ¿Cual vale más en este poema? ¿La historia? ¿La leyenda? ¿La descripción geográfica? ¿Lo castizo en la expresión?
Todo esto forma una madeja tan primorosamente,devanada, que sin destrenzarla adivinamos todos los matices Barrio y Mier nos dice que este romance es el canto de una tradición perniana del siglo XI. Cierto. Tradición; pero conservada en olor de historia.
Un castillo en un peñasco cántabro; una fortaleza inexpugnable; aunque no para los señores rivales, que el Conde Munio no los tuvo en Pernía; ni para la morisma, porque ésta, apenas se percató de la catadura de los cántabros pernianos, alzó el hopo, no 'sin dejar parte de él entre las garras de los indígenas. El castillo de Tremaya fué edificado en la altura no como fortaleza de asilo, ni como baluarte del miedo, sino como observatorio. Barrio y Mier nos lo dice: «que desde tan noble altura — sus dominios divisaba — ». A partir de esta última estrofa, la primera parte del poema rezuma por todos sus versos amor al paisaje. El autor se convierte aquí en aquel bonísimo cura de Tablanca y va nombrando aldeas y pueblos puestos en su verdadero sitio y con un fragmento de Historia por blasón.
La segunda parte tiene el rancio sabor de un tratado de Historia nobiliaria. La Reina de D.' Sancha de Navarra, El Cid, el Conde Fernán González salen allí a gustosa colación romancesca.
En la tercera parte nos describe la figura del Conde Munio y de su esposa, protagonistas del cuento, pero al hacerlo, el paisaje se apodera nuevamente del alma del escritor y no queda monte, valle, río, ventisquero, oso, corzo, águila, ni bicho vivo libre de intervenir a su debido tiempo.
No tenemos fundamentos de juicio para creer que Barrio y Mier intentara imitar a Pereda, pero sí podemos afirmar que las almas de estos dos montañeses eran gemelas, aunque la envoltura de cada una se diferenciara en la costra, y que, al fin tradicionalistas, cristianos del verdadero Cristo, del Cristo-Jesús de la Sinagoga, del Cedrón y del camino de Emaús, ambos amantes del paisaje y tan identificados con él que parecían brotados espontáneamente de algún risco, habían de tener paralelos, y así vemos que tanto el novelista como el pensador, en cuanto se proponen contarnos algo, tropiezan con un hidalgo en el cual vinculan hechos, y con algunos lugareños que viven ligados al Señor por los lazos del cariño, más que por los del látigo o por el dogal de la miseria.
No es de extrañar que en la cuarta parte del romance, cuando el Conde arde en celos, no halle Barrio y Mier ni un montañés de quien hacer, para doña Elvira un apasionado galán, motivo de aquellos extravagantes celos y nos muestre la atormentada conciencia del magnate gritando; «es inocente».
La descripción de aquella noche de montes y valles nevados, marchando la bella dama a lomos de una mula vieja, ciega, coja y falsa, guiada por una fámula muda, en un desfiladero donde ni las fieras andan, es algo que conmueve.
Cualquiera otro que Barrio y Mier, al empezar este pasaje hubiese ensartado una ristra de oraciones, y al terminarlas pintaría a Dñª Elvira dándola un soponcio y pidiendo clemencia al Conde; pero D. Matías pone sólo un poco de resignación, la encomienda a Dios ya la Virgen con la más ingenua sencillez, y al sacarla sana del precipio, suelta un gracias al Rey de los Cielos, y nada más; y eso que, para mayor favor divino, la muda salió - «del trance con habla».
Y al llegar aquí el episodio ¿qué mejor ocasión buscáis para que el bardo introdujese el galán fantaseoso con su espadón al cinto, pusiera en el lance no sc cuantas arrobas de aquel honor de la Edad Media, tan jaleado y tan caro de guardar, retase a D. Munio en un duelo a muerte, cuyo desenlace, fuese al fin, revestido de caballerosas y cristianas protestas, alzarse con la dama? ¿No encajaba aquí la tumultuosa protesta del pueblo de San Salvador de Tremaya (que desde aquel momento se ha de llamar de Cantamuda) para emanciparse del dominio del señor feudal?.
¡Claro que no! Barrio y Mier era sencillo como un santo y no gustaba de espadas, cañones -ni látigo, con los cuales soldados bárbaros vengan supuestos honores ultrajados. Dios es padre de todos y ha puesto en el alma de cada uno la tendencia a la armonía entre las acciones y los principios morales, y una repulsión al desacuerdo entre éstos y aquéllas, o más claro, cada hombre lleva dentro de sí su propio juez; por esto, en vez de vengadores, allá está solo el Conde, empujado de un lado a otro «sin poder» estarse quieto «ni recogerte a su estancia» es decir, zarandeado por su propia conciencia; y ved que no se mata por que algún ángel le detiene para que se arrepienta. Contrito aparece luego cuando corre «como un rayo» a postrarse a los pies de su inocente Elvira, quien perdona cariñosa.
Notemos que aquí no hay apariciones de vírgenes a pastores analfabetos, simples y buenos. Barrio y Mier es de la casta de los hombres sencillos; Sí, pero es sabio y no milagrero. El Conde fundó una iglesia dedicada a la Virgen Inmaculada, no a la del Monte o a la de la Fuente como hubiera hecho una dama histérica.
Pero tras la fundación, hecho real, nos enristra el gran perniano una gran porción de datos históricos sobre la Abadía de Levanza, Polentinos, la Colegiata y la Villa de San Salvador.
Termina el romance con un epílogo, al final del cual, quiere el autor que los pernianos inculquen a sus hijos la moral que encierra esta tradición.
Yo no sé si las gentes que viven en estas aldeas montañesas sabrán distinguir la moral y la belleza contenidas en «La Venganza del Conde», pero afirmo que no han perdido las virtudes que más campean en la leyenda. Austeridad, sencillez, hospitalidad, amor al hombre, amor a Dios y a la Patria. Seguimos siendo rústicos, pero prudentes, justos, fuertes y bien templados. El Espíritu de D. Matías nos informa.
Espero que os guste.
Saludos
Don Rodrigo Gustioz, magnate palentino del siglo XII
José M° Canal Sánchez-Pagín y
F. Roberto Gordaliza Aparicio
En nuestra palentina abadía de Lebanza, algunos años seminario diocesano y desde antiguo bajo la mitra palentina, existían en la construcción
románica original dos capiteles de excelente factura artística. En uno de ellos se lee traducido "Hizo este arco Rodrigo Gustioz, varón muy bueno, caballero,
orad por él ".
Este caballero Rodrigo Gustioz aparece también citado en las leyendas populares de La Pernía. Quién fuera este personaje, también conocido con el
nombre de D. Bustio, a qué familia perteneció y quiénes fueron sus posibles descendientes son los temas objeto de este breve artículo.
La leyenda de la venganza del conde
En el valle de los Redondos y en S. Salvador de Cantamuda se sitúa esta leyenda medieval. Su génesis es conocida: Matías Barrio y Mier la publicó
en el año 1908 versificada en forma de romance, aumentando en el doble la misma leyenda anónima, publicada anteriormente en hojas sueltas en Vitoria
en 1871' .
Junto a Peña Tremaya existió hace muchos años un castillo situado en una montaña alta y escarpada. Allí habitaba el conde D. Munio, esforzado,
poderoso y valiente en las batallas. Estaba situado el castillo muy cerca de los Redondos, formado entonces por tres pequeños pueblecitos: S. Juan y Sta.
María y otro ya despoblado. Toda la merindad de La Pernía se veía desde allí: Lores, Casavegas, Areños, Camasobres, San Salvador, Lebanza, El Campo, Santiago, Polentinos, Vañes, Villanueva, Carracedo (ya despoblado) y también toda la Castillería: S. Felices, Celada, Roblecedo, Herreruela, Estalaya y Verdeña.
Era la primera mitad del siglo XI, en tiempos de Sancho El Mayor de Navarra y Fernando I de Castilla. La leyenda sitúa entonces como conde de
Pernía a D. Munio Gómez a quien llaniaron D. Bustio, hijo de Gómez Díaz, conde de Saldaña. Su madre era Mumadona, hija del conde Fernán González. Aunque nuestro conde era ya mayor, quedó prendado de una gentil doncella, hija de Favila Fernández y Dña. Adosinda. La joven había nacido en el año 1000 y se casaron en 1020. El conde podría tener ya 60 años y ella, Elvira Favila, tenía sólo 20.
Su vida discurría en el inexpugnable castillo de donde el conde descendía a cazar, ejercitarse en las armas y participar en las luchas de entonces.
Era un hombre valiente y respetado. El matrimonio no tenía hijos. En un momento dado, diversas intrigas despiertan los celos del conde,
quizás por la diferencia de edad, quizá por sus largas ausencias y, absolutamente obcecado, trama venganza contra Dña. Elvira.
En una terrible noche de tormenta, echa del castillo a su mujer. Dispone para el viaje una mula coja, ciega, vieja y falsa y manda que la acompañe
una criada sordomuda. Todo ello lo hace con el secreto afán de que mueran las dos despeñadas entre las rocas de la difícil bajada.
Sin embargo, no es así. La Providencia guía a las mujeres por el peligroso sendero y, encomendándose a Dios y a la Virgen, logran descender al
valle y llegan a un pequeño pueblecito. Es una verdadera proeza. Pero, aún es más, al atravesar el pequeño puente a la entrada del pueblo, se produce un
milagro. La criada sordomuda empieza a gritar y a cantar en agradecimiento y alabanza a Dios que las ha guiado hasta allí. Todos quedan admirados por el
prodigio. El pueblo, que se llamaba S. Salvador de Tremaya, cambia entonces su nombre por el de San Salvador de Cantamuda y corre la noticia del milagro por todo el valle.
Mientras tanto, el conde, dominado por los remordimientos, intenta suicidarse. A1 fin se entera del milagro, pide perdón a Dios y se reconcilia a
continuación con su esposa.
Don Rodrigo Gustioz, magnate palentino del siglo XII
Finalmente, en acción de gracias por lo sucedido, construye una iglesia dedicada a la Virgen Inmaculada en una antigua Abadía situada a media legua
de Lebanza, también llamada, desde entonces, Sta. María de Alabanza.
La condesa, por su parte, dedica otra iglesia a S. Salvador, con triple ábside, mirando a Peña Tremaya. Se trata de la actual iglesia románica de S. Salvador, verdadera joya en su estilo, que ahora es iglesia parroquial y está situada cerca del puente donde cantó la criada sordomuda. La leyenda añade que en esta iglesia está enterrada Dña. Elvira.
Valor de la leyenda
El relato, como otros muchos textos legendarios, participa de la fantasía e ingenuidad propias del género. Para contrastar su valor, nos fijaremos
únicamente en dos aspectos: el histórico y el toponímico.
En cuanto al primero, la leyenda recoge un personaje histórico: el conde de Pernía, por entonces D. Munio Gómez, nombre que la misma leyenda
troca en D. Bustio. Parece ser que este personaje era hijo de Gómez Díaz, conde de Saldaña y estaba casado con Elvira Fáfilaz. Corrían los años 1020 y
el conde murió sin descendencia, según autores².
En todo caso la identificación que el autor de la leyenda hace con D. Bustio es gratuita, y más si hemos de aceptar que se trata de D. Gustio, el
padre del Rodrigo Gustioz del capitel.
En cuanto al otro aspecto, la toponimia, que tanto apreciara Barrio y Mier como puede verse por la gran cantidad de nombres de lugar que incluyó
en el romance, no deja de demostrarnos, a través de un estudio etimológico, otros orígenes para los nombres de estos lugares, bien distintos de los legendarios.
Veamos, por ejemplo, Cantamuda que todavía se pronuncia Cantamuga por algunas personas de la zona.
En privilegio rodado de Alfonso X de la catedral de Palencia (Año 1256) aparece: "monasterium sancti Saluatoris de Campo de Muga..." En el
Becerro de los Beneficios de la misma catedral (1345) aparece ya Muda refiriéndose a la localidad de Mudá, entonces dentro del arciprestazgo de Ordejón. EI nombre Muda aparece también en San Cebrián de Mudá, Arroyo Mudá, y en la toponimia menor de nuestra provincia encontramos Las Mudas en Frechilla y Guaza (Tierra de Campos) y también en terreno de Lebanza. Hubschmid habla de la extensión del término muga en las lenguas romances hispánicas y en el vasco³.
La palabra muda es de origen prerromano y aparece en la toponimia para nombrar lugares que han sido frontera o límites, o también la misma piedra
que hace de mojón divisorio.
Encontramos en euskera los términos muga ' límite', mugalde ' frontera', mugarri 'mojón de límite', etc. Nosotros interpretamos la palabra prerromana
mutave a través del euskera como mugape ' debajo de la peña mojón' . Efectivamente su origen está en la palabra muga. Así, el significado del nombre
de S. Salvador de Catamuda debe ser "El lugar de San Salvador bajo la peña de límites" y en modo alguno lugar donde cantó una legendaria muda.
Licencias legendarias que no tienen que ver con la realidad o la historia. Como ocurre con Lebanza, el otro lugar de la leyenda, situado a 1.200 m.
de altitud y cercano a Cantamuda. Este lugar es célebre por estar en él ubicada la antigua abadía de Santa María de Lebanza, que también la leyenda transforma en Alabanza en este caso.
En el documento fundacional, año 932 (copia hecha en el siglo XII), viene este lugar denominado como Nebantia. La misma denominación se le da
en otro documento de Sto. Toribio de Liébana, del año 941: "dono ad Sancta Maria Nebantie"(4).
Si atendemos al vocablo moderno, Lebanza, obviamente se debe derivar del latín levare ' levantar' . Se trataría de terreno elevado. Pero es forzoso reconocer que los nombres Labancia y Lebancia, usados ya desde el siglo XII, son corrupciones del primitivo nombre Nebantia. Notemos que muy cerca, en Liébana, está el arroyo Nevandi, que baja de Áliva, en Espinama. Y, tanto Nevandi como Nebantia son palabras ibéricas compuestas. Nevandi es nava-andi 'campera grande' . Bien verificado en este caso, porque este arroyo nace en la gran campera superior de Áliva, aguas vertientes al Deva. A su vez, Nebantia es naba-anka 'campera pequeña'. La evolución fue Navanka >Nabanza> Labanza> Lebanza.
El significado de Lebanza es, por lo tanto, 'campera pequeña' y se trata de un nombre del mismo origen que el anterior Cantamuda(5) donde se
sitúan los hechos narrados por la leyenda.
Como toda leyenda, La Venganza del Condecuenta tradiciones adornadas de sentimientos y saberes populares y apoyadas parcialmente en datos
históricos. Es lo que intentaremos depurar en las siguientes líneas. Nos limitaremos en ellas a investigar la existencia en el siglo XII de un magnate denominado Rodrigo Gustioz, identificado con aquel conde que habría vivido en la región norteña de la actual provincia de Palencia, y que habría contribuido a la construcción de la abadía de Lebanza, levantada por los años 1180 y derruida más tarde, en el siglo XVIII.
Noticias documentales sobre Rodrigo Gustioz
l".- Alfonso VIII de Castilla le hace donación, el 26 agosto de 1176,de varias heredades por haberle él heredado un caballo con ocasión de la tomadel castillo de Leguín, en la gerra entre Castilla y Navarra. Estas heredades son: el lugar de Cerezo con todos sus términos y cuanto
el rey poseía en el lugar de San Cebrián de Mudá, todas ellas situadas en el norte de Palencia. Notemos los términos del monarca: "vobis Roderico Gustieç
et filiis vestris et omni successioni vestrae". No se antepone al nombre propio el título de comiti por lo cual deducimos que Rodrigo no gozaba de ese
título, de estar a una regla general del siglo XII(6).
No gozaba del título de conde por concesión regia, pero era con todo derecho un miles, un caballero, un hidalgo, que podía regalar al rey buenos
caballos para la guerra. El diploma regio lleva la confirmación habitual de varios obispos y magnates.2°. - La inscripción de un capitel de Lebanza
Hemos hecho ya alusión al edificio monumental de la abadía de Lebanza, construido factura románica hoy depositados en un museo norteamericano y estudiados y descritos con maestría por M.A. García Guinea. El primero representa a Cristo Majestad, entre los símbolos de los Evangelistas, de frente, y a los lados a cuatro apósto]es, con la inscripción siguiente en la franja superior: PETRUS CARO PRIOR FECIT ISTA ECLESIA ET DOMUS ET CLAUSTRA ET OMNIA (...) ERA MCCXXIII. Que podemos traducir: "Hizo esta iglesia, y la casa y el claustro, y todo (...) el prior Pedro Caro el año 1185". El otro capitel representa a las tres Marías ante el sepulcro del Señor, de frente, y a los lados al enterrador y a una de las tres Marías. La inscripción
en la franja superior reza así: ISTO : ARCO: FECI : RODERICUS : GUSTIUD : VIR : VALDE BONUS :(M)ILITE : ORATE PRO ILO. La palabra
latina feci (hice) aquí debe equivaler a fecit (hizo) y así traducimos: "Hizo este arco Rodrigo Gustioz, varón muy bueno, caballero o mílite. Orad por él'".
De estas expresiones deducimos que Rodrigo no fue el albañil o arquitecto que realizó la obra, sino el patrocinador de la misma, el que sufragó sus
gastos. Y no vemos contradicción con la inscripción anterior, porque está claro que el prior, don Padro Caro, fue el responsable y el promotor de toda la obra en su conjunto: iglesia, casa, claustro, etc., y don Rodrigo fue el patrocinador de esta parte de la obra, del arco central, o quizás de toda la capilla mayor. El haberse conservado sólo estos dos capiteles puede indicar que se trataba de lo mejor de la iglesia y, ciertamente, son dos capiteles de mucho valor.
Si pues don Rodrigo fue insigne bienhechor de este monasterio y de esta iglesia, podemos deducir de este hecho que en la misma eligiese el lugar
de su sepultura y aun el de toda su familia? Así lo han pensado algunos autores, aunque no contemos al efecto con pruebas apodícticas. Rafael Navarro
escribe a este propósito: "Este antiguo e insigne monasterio, uno de los más brillantes de la historia de Castilla, fue reconstruido en 1185 por el conde
Rodrigo Gustios que allí se hizo sepultar con la condesa su mujer y uno de sus hijos". Notemo que este monasterio, benedictino en el fondo, como podemos suponer, al menos desde 1181 no gozó de independencia completa, porque en ese año lo donó Alfonso VIII al obispo de Palencia, ni podemos por ende pen- sar que fuese propiedad familiar de esta noble familia de los Gustios, aunque ellos fuesen sus principales bienhechores
3". Presencia de don Rodrigo como confirmante, en dos documentos importantes, en 1183 y 1184.
El archivo del monasterio de Sahagún nos ofrece al efecto un pergamino original, con fecha 7 septiembre 1183, en el que Pedro González, hijo de
Gonzalo Rodríguez, hace una sustanciosa donación a este monasterio de heredades situadas en esta zona palentina, a juzgar por varios datos del mismo. La
importancia de este documento se desprende del aparato de datos históricos que se ofrecen y de la calidad de los confirmantes. En la segunda columna está
Rodericus Gustiz, pero antes se ha constatado que "el conde Fernando Núñez de Lara es teniente en Aguilar (de Campoo) y Villaescusa y que Alvaro Rodríguez lo es en Cervera (de Pisuerga) y en Piedras Negras"(10).
El segundo documento en que está don Rodrigo como confirmante se contiene en el Libro de Privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén, con
fecha Reinoso, enero o febrero de 1184. Se hace constar que el conde Fernando Núñez de Lara es teniente en Amaya y en Asturias de Santillana, y que Pedro Fernández de Castro lo es en Castrojeriz, en Taredo y en Dueñas, y en tre los primeros confirmantes se halla Rodericus Gustioz".
Ascendencia de Don Rodrigo
Sobre la ascendencia de don Rodrigo no tenemos nada seguro, sin embargo, dado que el nombre Gustitus y el apellido Gustioz son muy raros en
Castilla, en la segunda mitad del siglo XII, es probable (15 %) que nuestro Rodrigo descienda del documentado Gustius Iñiguez, casado con una muy
noble señora, María Téllez, hija del magnate saldañés Tello Fernández, cabeza de los Girón. A su vez este don Tello debió ser hijo de Fernando Téllez,
que era "príncipe de la milicia toledana" en el año 1107 (12).
Esta doña María Téllez aparece con su marido Gustio Iñiguez en una donación que se conserva en el archivo de El Moral (Palencia). Donan ellos su
heredad en Villarmentero (Valoria la Buena, Valladolid) a Pedro Rey y reciben en cambio un moro cotizado en doce maravedís. Es un documento original,
fechado en el año 1160 (13).
Que esta María Téllez sea hija del magnate Tello Fernández, se confirma con otro documento de San Zoilo de Carrión, por el que Urraca Téllez,
su hermana, menciona a sus sobrinos los Gustios, si bien no está entre ellos Rodrigo Gustios".
El mismo Gustio Iñiguez hace una donación a Sahagún en Boadilla de Rioseco, el año 1164, ya viudo, mencionando a su hijo Ordoño Gustioz, confirmando
la donación el conde Nuño Pérez de Lara. Su probable hijo Rodrigo es aquí silenciado, pero esto no arguye por fuerza que no sea su hijo(15).
Descendencia de Don Rodrigo
Por un documento del monasterio premostratense de Aguilar de Campoo nos consta que Rodrigo tuvo al menos dos hijos llamados Gonzalo y Diego
Rodríguez. Este documento es del año 1198, y dice textualmente: nos filiiRoderici Gustioz de sancto Cipriano. Esta última expresión pudiera indicar que
en esta población de San Cebrián de Mudá tuvo su habitual domicilio don Rodrigo(16).
Por lo que mira a su esposa no estamos nada informados. Pudiéramos sospechar que fuera hija de la familia Cevallos, es decir de aquellos que, desde
el reinado de Alfonso VII, dominaron o tuvieron las tenencias de la Liébana y de Pernía.
Nos hemos referido arriba (Noticias Documentales..., 3a) al documento de Sahagún del año 1183, en que dona Pedro González, y en que confirma
nuestro don Rodrigo y pensamos que se trata de una donación familiar: es decir que en ella concurren muchos miembros de la familia del donante. Se
anota que por ese tiempo lleva la tenencia de Cervera y de Piedras Negras Alvaro Rodríguez, que con mucha probabilidad es de los Cevallos. El donante,
Pedro González, es hijo de Gonzalo Rodríguez, y este debe ser hermano del citado teniente Alvaro Rodríguez, ambos hijos del Rodrigo González de
Cevallos ya citado por el conde Lucanor. Y en conclusión opinamos que si nuestro don Rodrigo está presente en el acto es porque su mujer pertenece a
esa familia Cevallos.
Notemos que en la tercera y cuarta columnas confirman siete personas con el apellido González, y que pueden ser hermanos del donante. En la cuarta
están tres damas: Elvira, Inés y Sancha. La primera, Elvira González, bien pudiera ser la esposa de nuestro Rodrigo Gustios. De hecho la tradición ha
dado ese nombre a esa misteriosa consorte. Y por otro lado un hijo de Rodrigo, documentado en Aguilar de Campoo, lleva el nombre de Gonzalo, que
pudiera ser el nombre de su abuelo materno, Gonzalo Rodríguez. Nos movemos, como se ve, en un campo de probabilidades, pero es un proceso legítimo.
Nada de extraño que la consorte de Rodrigo Gustios perteneciese a esa familia Cevallos, que dominaba desde el principio del siglo XII en esta zona
de Liébana y de Pernía".
Diversos señoríos en la zona
Ya hemos indicado que la tenencia, o gobierno en nombre del rey, al menos en el curso del siglo XII, correspondía a los Señores de Cevallos, descendientes del conde Gómez de Candespina, muerto en 1110. Por lo que mira a los lugares o villas de la misma zona, baste notar que en 1178 Alfonso VIII donó la villa de Polentinos a su amigo el obispo de Palencia, don Raimundo(18).
Siglo y medio más tarde, hacia el año 1350, nos informa sobre el estado de la cuestión el Becerro de las Behetrías de Castilla:
Sant Cebrián de Mudá: mitad del abad de Aguilar y mitad de Pedro Royz Calderón. Polentinos: del abad de Lebanza.
San Salvador de Cantamuda: del obispo. Lebanza: dos partes de la Abadía y una parte del obispo(19).
Es evidente que estos datos escuetos no se compaginan bien con la opinión corriente de que "el conde" Rodrigo Gustios dominase en la villa de
Polentinos y también en toda esta zona. Sin embargo, no es imposible que el obispo de Palencia le hubiese confiado un gobierno general en sus propios
territorios. De hecho vemos a don Rodrigo Gustios volcando su hacienda para la construcción de la iglesia de Santa María de Lebanza, y denominado "un hombre bueno", beneficioso para la región.
El título dc Condc dc Polentinos
El actual título del Reino de conde de Polentinos se engarza a través de la tradición con este Rodrigo Gustioz quien, como hemos visto, era un rico
hombre, aunque no tenía el título de conde. También hemos visto sus probables descendientes y antepasados. La leyenda los entronca con los señores de
Colmenares, con casa solariega en Polentinos y origen en el lugar de Colmenares, hoy del ayuntamiento de Dehesa de Montejo, en el norte palentino.
Este pequeño lugar (no llega hoy a 50 habitantes) está a 1.130 m. de altitud, en el N de la provincia. El origen del apellido es, por lo tanto, toponí-
mico, como la gran mayoría de apellidos españoles(20).
Se reconocen en este ilustre linaje dos líneas: I. Los Señores de Polentinos, de apellido Colmenares, que fueron también
Señores de Cembrero, Abades laicos de Las Pozas y Señores de Villela y La Rebolleda, localidades cercanas, hoy en la provincia de Burgos. Uno de sus
miembros probó nobleza para su ingreso en la Orden de Calatrava. II. Los Condes de Polentinos, cuyo título fue concedido por Felipe V
en 1716 a D. Sebastián de Colmenares y Vega, nacido enLima (Perú) donde fue Tesorero General de la Santa Cruzada y caballero de Santiago. Ya en
España, el II conde de Polentinos incorporó por casamiento el título de marqués de Olivares (concedido por Carlos II en 1680) que persiste en la familia
junto con otros títulos de nobleza.
El poseedor actual del título es D. Ignacio de Colmenares y Gómez- Acebo, también conde de Las Posadas, residente en Barcelona. Las armas que
usan son: En campo de sínople, nueve ruedas de carro de plata puestas en tres palos de a tres. Bordura de azur con cinco flores de lis de oro(21).
Breves notas sobre el nombre Gustio
Hemos dicho arriba, al hablar de la ascendencia de Rodrigo Gustioz o Gustios, que si hacemos a éste hijo de Gustio Iñiguez es por el hecho de que
este nombre de Gustio se hace muy raro en el siglo XII en toda España, y que sólo hallamos a esta persona en Castilla en la segunda mitad delsiglo XII,
documentada en los años 1160 (El Moral) y 1164 (Sahagún).
La palabra Gustio se deriva del nombre propio Godesteo, usado corrientemente en Asturias, León y Castilla, en los siglos IX y X, algo menos en el
XI, y casi nada ya en el siglo XII y siguientes(22). Es una palabra gótica, usada por consiguiente por los visigodos. Godesteus se compone de dos elementos: Gudes 'Dios', y teus 'siervo', por tanto Godesteo 'siervo de Dios(23).
En el siglo XI vemos ya la variante Godestio y en el XII la de Gustio, o Gustius, con el apellido Gustioz o Gustiud, o bien Gustiz, Gustieç, etc.
Por tanto, dado que en el norte de España y en la segunda mitad del siglo XII sólo hallamos una persona denominada Gustio (Iñiguez), opinamos,
con un 15 % de probabilidad, que Rodrigo Gustioz es hijo suyo.
Conclusión
Resumiendo, podemos establecer las siguientes afirmaciones:
1a.- Nos consta con seguridad que Rodrigo Gustios fue un caballero (un miles) al servicio de Alfonso VIII de Castilla, del cual recibió una buena
donación.
2a.- No gozó del título de conde.
(1)Matías Barrio y Mier nació cn Verdciia y fallcció en Madrid cn 1909. Famoso catedrático y
notable político. Estudió Derecho, Filosofía y Letras y Teología. Fue diputado a Cortes por Cervera
de Pisuerga y participó activamente en la política carlista Llegando a ser Delegado en
España de Carlos VII. Fue quien recogió y versificó las leyendas y tradiciones pernianas, añadiendo
nombres y daros de toda clase. EI texto completo de la Leyenda que aquí presentamos
puede verse en GONZALEZ LAMADRID, A "Tradiciones etiológicas palentinas a la luz de la
Biblia" en Publicaciones de institución Tello Téllez, 32 (1971).
(2)SEVILLA, M., Linajes nobiliarios, Junta de Castilla y León, 1999, p. 248.
(3) HUBSCHMID, J., "Lenguas Prerromanas no Indoeuropeas" en Enciclopedia Lingüística Hispánica,
Madrid, 1960, p. 46.
(4)PEREZ DE URBEL, J., Historia del Condado de Castilla,, Madrid, 1945, p. I.106. Cartulario de
Sto. Toriblo de Liébana, Ed. SANCHEZ BELDA, Archivo Histórico Nacional, Madrid, 1948, 46.
(5) Para la toponimia de la provincia dc Palencia pucde verse nuestro: Toponimia Palentin,Palencia,
Gd. Caja España, 1993, 596 pp.
(6) Edición de este diploma: GONZALEZ, J., EI Reino de Cstilla en la época de Altfonso VIII,
Madrid, 1960, 11, p. 437, n. 265. Noticias: lbidem, 1, 802.
(7)Descripción y fotografía de estos dos capiteles: GARCIA GUINEA, M.A., El Arte románico en
Palencia, Palencia, 3a ed. 1983, pp.154-157, y láminas en pp.125-130. Los chapiteles están en
el Fogg Art Museum de Harvard University (EE.UU.).
(8) NAVARRO GARCÍA, R., etc, Catálogo Monumental de la provincia de Palencia, Palencia, 1939,
pp. 111, 187. No conocemos ningún Becerro de Lebanza como cita este autor y que nombra tam
bién el Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, 5 v, 1972-1987, p.1584, donde
se alude a la fundación de este monasterio cn el año 932.
(9)GONZALEZ J., El Reino de Castilla, II, o.c. p. 645, n° 373.
(10) Colección diplomática del monasterio de Sahagún. Ed. J. A. FERNÁNDEZ FLOREZ. León, 1991,
IV, p. 387, n.1408. Es un pergamino original. EI topónimo Piedras Negras persiste en la actualidad
y desde este lugar se domina buena parte de La Pernía.
#venc11
(11) AYALA, C. dE (compilador), LibrO de Privilegios de la Orden de San Juán de Jerusalén en
Castilla y León (siglos XII-XV), Edirorial Complutense, 1995, p. 328, n" 148.
(12)Cf. GONZÁLEZ, J., E! Reino..., o.c. l, p. 352.
(13)SERRANO, L., Colección diplomática de San Salvador de El Moral, Valladolid, 1906, p. 70,
n° 20.
(14) PEREZ CELADA, J.A., Documentación del monasterio de San Zoilo de Carrión, l, p. 61, n"
37, Palencia, 1986. Cf. GONZALEZ, J., El Reino..., 1, p. 353.
(15) Colección diplomática, IV, p. 309, n° 1.352.
(16) GONZALEZ DE FAUVE, M." E:., La orden premostratense en España: El monasterio de Santa
María de Aguilar de Campoo, 11, Documentos, P. 216, n° 81, Aguilar de Campoo, 1991.
(17)La genealogía auténtica de la Casa Cevallos está aún por estudiar a tondo, y no podemos ahora
entrar en más detalles.
(18) GONZALEZ, J., EL Reino..., Il, p. 489, n° 298.
(19) MARTINEZ DIEZ, G., Libro del Becerro de las Behetrías (de Castilla), León, l, pp. 558,
566, 567.
(20)Sobre el origen toponímico de los apellido españoles puede verse: ALVAREZ, GracE dE Jcsús
C., Topónimos en apellidos hispanos. Garden City. Adelphi University. Ncw York, 1968. 587
pp. EI estudio de GORDALIZA, F. R., Genealogía e Historia del apellido Gordaliza. ( Palencia,
1999, 666 pp.) afirma que más de 80% dc los apellidos hispanos tienen su origcn en topóni-
Mos.
(21) Vid. FERNANDEZ DE BETHENCOURT, F., Anuario de la nobleza de España. Madrid, 1908-1912.
3 v. Apartado genealogía y estado personal de familias tituladas. Este autor se refiere insistentemente
a la historia genealógica de los condes de Polentinos incluidos en el tomo IV de su obra
Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española. Casa Real y Grandes de España.
Madrid 1887 y stes., de la que conocemos nueve volúmenes (diez en la Biblioteca Nacional),
pero que no incluye a dichos condes de Polentinos.
(22)Nos referimos a la documentación dc la catedral de Oviedo, del monasterio de Sahagún, y del
monasterio de Cardeña.
(23) Cf. DIEZ MELCON, G., Apellidos castellanos y leoneses (siglos, IX XIII), Universidad de Granada
1957, p. 110.