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Ninfa de Mier Mediavilla | ||||
Esta mujer ha muerto el 17 de Febrero del 2000 a los 97 años de edad. Toda su vida transcurrió en el pueblo de Tremaya. Aquí nació, aquí vió cómo la única casa que tenía, era consumida por un incendio. Experimentó los terrores de la guerra civil española y las penurias que se vivieron al terminar. Labró la tierra año tras año y vivió la angustia de todo campesino cuando la cosecha depende de los indescifrables destinos de la naturaleza. Rompió cabones, sembró, segó, hizo gavillas, transportó la paja a la era, trilló, cribó, echó la siesta y almacenó el grano. Llevó el grano al molino, amasó la arina, la metió en el horno, cocinó panes y tortas. Hizo sopas de ajo, puchero de garbanzos, torreznos, patatas de mil maneras, chorizos, morcillas de cerdo y de oveja, ordeñó las vacas, las ovejas, fabricó queso, cocinó su propia comida, acompañó los alimentos con un baso de vino. Trabajó de sol a sol, con lluvia, con frío y calor, bajo los rayos abrasadores de mediodía, y enfrentando los rigores del invierno en la montaña. Pastoreó el ganado, trajo cargando a casa los corderos recién nacidos, cuidó gallinas, recogió los huevos, alimentó cerdos. Unció las vacas al yugo, aró con ellas la tierra, arregló el arado, sembró patatas, centeno, trigo y cevada. Caminaba en albarcas. Se levantaba temprano y se acostaba a la hora en que se despide el sol. Caminó mucho. Subió montañas, cruzó valles y atravesó ríos. Echó de comer a los animales muchos inviernos desde el pajar, limpió las boñigas, ordeñó vacas, cabras, ovejas y burras, hizo colostros, quesos, saboreó la nata, se alimentó con toda clase de leche. Celebró el agasajo de las gijas. Cantó "esta noche son los reyes, segunda estación del año....". Cada vez que llevaba un topo muerto, le cortaban el rabo y recibía en recompensa: un vaso de vino. Bailó al son de la pandereta y asistió, con devoción a muchos entierros. Sufrió por la pérdida de un aminal y se regocijó por un año de buena cosecha. Hoy se fue y se llevó con ella una historia de 98 años. Descanse en paz, se lo merecía. Había dejado dicho a su madre: "Cuando me muera me vistes en el suelo, pones una sábana blanca en la cama y me colocas sobre ella" .
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El periódico "EL NORTE DE CASTILLA" , del día lunes, 14 de julio de 1997 publicó este artículo firmado por Teodoro Perez. NINFA DE MIER MEDIAVILLA, vecina de Tremaya de 94 años "Respirar el aire puro de La Pernía me hace olvidar pasados sacrificios"
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Acta de nacimiento de Ninfa de Mier |
En Redondo a las tres de la tarde del día ocho de Enero de mil novecientos tres ante Don Nicolás Duque Juez municipal y Don Gregorio Duque Secretario, compareció Don Joaquín de Mier natural de Tremaya provincia de Palencia mayor de edad, casado labrador domiciliado en Tremaya con cédula personal corriente talón número______presentando, con objeto de que se inscriba en el Registro Civil, una niña; y al efecto, como padre de la misma declaró: Que dicha niña nació en el domicilio del declarante el día dos del presente mes, a las once de la noche. Que es hija legítima de Joaquín González natural de Tremaya provincia de Palencia de edad de veintisiete años, de profesión labrador y de su mujer Florentina Mediavilla natural de Herreruela provincia de Palencia de edad de veintiocho años, Que es nieta por línea paterna de Gregorio de Mier natural de Tremaya provincia de Palencia y de Juana Gomez natural de Tremaya provincia de Palencia; y por la materna, de Marcos Mediavilla natural de Herreruela provincia de Palencia y de Gaspara Vielva natural de Herreruela provincia de Palencia Y que a la expresada niña se le ________el nombre de Ninfa Todo lo cual presenciaron como testigos Ceferino Diez y Secundino Pasbole naturales de Areños, mayores de edad. Leida íntegramente esta Acta, e invitadas las personas que deben suscribirla a que la leyeran por sí mismas, si así lo creían conveniente, se estampó en ella el sello del Juzgado municipal, y la firmaron el Sr. Juez declarante y testigos de que certifico. Nota: la letra itálica está escrita a mano en el original. |
Pulgarcito |
_____________________________ Ninfa FROILÁN DE LÓZAR Cualquiera de las deidades benéficas vinculadas a las aguas, bosques, selvas y montañas. Cualquier diccionario te lo dice. Otros te explicarán que con tal nombre se define a la joven hermosa. Y quienes nos movemos con desigual fortuna por los vericuetos literarios, añadiremos que, ninfa, en la mitología griega y romana, es la deidad femenina que personifica la fecundidad de la naturaleza. En Redondo, a las tres de la tarde del día ocho de Enero de 1903, ante el juez municipal don Nicolás Duque y su secretario Gregorio Duque, compareció don Joaquín de Mier, natural de Tremaya, con objeto de que se reconociera y fuera inscrita en el Registro Civil una niña a la que conoceríamos para siempre por el nombre de Ninfa. Ninfa, pequeña flor del norte, nació en el domicilio del declarante, su padre, un labrador de veintisiete años y fue su madre Florentina Mediavilla, natural de Herreruela, provincia de Palencia. Nieta por línea paterna de Gregorio de Mier y de Juana Gómez, y por la materna, de Marcos Mediavilla y Gaspara Vielba, estos últimos nacidos también en Herreruela de Castillería. De aquella fecha memorable fueron fieles testigos los vecinos de Areños Ceferino Díez y Secundido Párbole y con esta cita casi fiel del acta de Nacimiento de Ninfa de Mier, que nos dejó el 17 de Febrero de este año (2000), doy cumplida respuesta a su nieto José Luis Estalayo, fraile franciscano de 50 años que reside en Méjico y por el que Ninfa sentía predilección. Ninfa, permíteme José Luis que se lo diga a mis lectores, tal y como tú me lo trasmites, simboliza el alma montañesa, porque Tremaya fue su cuna y en aquel pequeño rincón que mira hacia Tres Mares fue escribiendo su diario: las penurias del final de la guerra, el incendio que consumió su casa, las angustias de todo campesino que espera en jarras la cosecha. Y sé también por su boca lo que ahora me recuerdas, que hizo gavillas, rompió cabones, sembró, segó, acarreó la paja a la era; trilló, cribó y almacenó el grano para llevarlo luego al molino. Lector amigo, que me vienes siguiendo, estoy emocionado en medio de tanto recuerdo. Quizás la montaña esté expirando lentamente, pero mereció la pena una flor en ella como Ninfa. Quizás nadie conciba para la montaña un modelo de vida que la llene de rostros como el suyo, de poderosa savia; de visitantes que de tanto venerarla vienen un día y se quedan en ella para siempre, que es lo que ahora nos hace falta. Puede que este devaneo mío, este repiqueteo de campanas, este dalle de florituras que se van agotando a medida que se gasta la piedra que los pica, sea un golpe mal dado sobre la tierra seca. Yo creo que es un sueño que soñaron las mujeres y los hombres como la ninfa de nuestra historia, acostumbrados a los yugos y a las lluvias, quienes aún sabiendo que pocas veces llega la recompensa a su tiempo y medida, nunca dejaron de sembrar la tierra para que quienes vinieran detrás encontraran el surco que ellos dejaron y siguieran sembrando. No podemos engañar a nadie. No debemos engañar a nadie. A veces nos viene bien un guiño para desconectar de tanto fulgor como se nos vende a diario, porque si repasamos los titulares de la prensa de los últimos meses, comprobaremos que la montaña palentina se está vaciando de ninfas que la trabajen y la mimen, y está llenándose de astutos negociantes que la engalanan sólo y únicamente con el propósito de exprimirla en beneficio propio hasta las últimas consecuencias. De este modo, la tierra, como las gallinas y los hombres que no reciben el alimento adecuado, dejará de servir como surco para las generaciones venideras y las ninfas, como la Ninfa de carne y hueso que alimentó esta historia, perderá todo atisbo de cordura y belleza. "Cuando muera -había dejado dicho- me vistes en el suelo, pones una sábana blanca en la cama y me colocas sobre ella". [IMPRESIONES] |
Texcoco, 28 de noviembre del 2008 A principios del siglo XX nació en Tremaya una niña cuyo futuro se preveía incierto. De pequeña tuvo que ir a servir en los pueblos aledaños para ganarse un mendrugo de pan y poder saciar el hambre. |