La Pernía, montana palentina

 


  Alimentación Se solía comer por la mañana unas patatas. En la comida pues cocido, garbanzos, berza, algo de carne y un poco de tocino como para engañas a un diente. De la merienda no me acuerdo así que hasta cenar... nada y ésta se componía como por la mañana de patatas que, al no haber otra cosa, sabían riquísimas.

No te puedo decir de platos típicos de Tremaya, pues cada uno comía en su casa y yo no puedo saber qué comían. Lo único que te puedo decir es la comida que hacía abuela por Nuestra Señora, la fiesta del pueblo. En primer lugar, por la mañana tomábamos un vasito de vino dulce y unas galletas y luego a la comida una paella riquísima que hacía con un pollo, el más grande. Siempre le dejaba para ese día. Primeramente lo cocía y después en una cazuela regaba el arroz con aquel aceite de oliva tan bueno y después echaba el pollo con el caldo de cocerle. Unas aceitunas y luego de que ya estaba hecho lo adornaba con pimiento rojo de bote y unos huevos cocidos partidos. Y estaba para chuparse los dedos. De segundo plato había carne guisada de un buen barro que matábamos y a continuación el asao o sea una pierna de cordero. Todo esto lo hacíamos en la cocina de carbón que tu ya la conociste. Los postres consistían en flanes de huevo y a continuación café y copa que a abuela le gustaba al orujo. Hecha un poco en el café. Todos estos alimentos, como todo era de casa, pues estaban riquísimo. Abuela por la fiesta, siempre se esmeraba y cocinaba bien. Hemos dejado lo principal: la misa. Toda la gente iba a la Iglesia. Cantábamos la SALVE que aún se sigue cantando. Yo como me ahogo y estoy ronca ya no puedo. (Con todo lo que escribo algo sacarás en limpio. Mentiras, ya lo creo que no va ninguna, pero repeticiones, bastantes...)

Trajes típicos

No recuerdo que habría ningún traje típico del pueblo y de vestir en verano me supongo que pondríamos ropa más ligera que en invierno por este tiempo hacía frío yo me acuerdo que hacíamos jerséis con lana de ovejas y calcetines y calzao unas alpargatas yo no me acuerdo que me comprara zapatillas cuando iba con las ovejas en el verano me decía abuela si las llevas a la peña te las quitas porque como las traigas rotas te pego, así que eso hacía una vez subí por el molino desde abajo toda la peña a pata, yo entonces me acuerdo que era pequeña iba con el bisabuelo de Isabel pero él se subía por Baldepino y a mi me mandaba por la peña.

Me estoy acordando en este momento que el calzao típico eran al albarcas que yo tengo y todavía me pongo. Los hombres se ponían unos calzones de sayal.

  Canciones:

Algún día la tu calle
carretera fue pa mi
y ahora se me hace una cuesta
que no la puedo subir.

Algún día por verte
merodeaba
y ahora por no mirarte
vuelvo la cara.

No quiero que a misa vayas
ni a la ventana te asomes
ni tomes agua bendita
de la mano de los hombres.

Qué hacen ahí esas mocitas
que no salen a bailar
parecen a las gallinas
cuando se van a aselar.

La Pernía es un jardín
las pernianas son las flores
y el que quiera ser feliz
tenga en la Pernía amores.

Si canto me llaman loca
y si no canto, cobarde,
si bebo vino, borracha
si no bebo, miserable.

Me llamaste pobre y fea
yo de veras lo sentí,
si yo fuera guapa y rica,
no sería para ti.

(No me acuerdo de refranes y tampoco de historias).

Me quisiste, yo te quise
me olvidaste, te olvidé,
los dos tuvimos la culpa
tú primero, yo después.

Me llamaste pequeñita
no me acordé de decirte
que la mujer pequeñita
con poca tela se viste.

Por el puente de Tremaya
por debajo pasa el agua
por arriba las mocitas
que bajan de Balsemana.

No canto porque bien canto
ni porque soy cantadora,
canto porque me lo manda
el mi corazón ahora.

Si quieres que vaya a verte
echa a tu perro cadena,
que me ladra cuando voy
a visitarte morena.

Dicen que Tremaya es fea
porque no tiene balcones,
pero tiene unas mocitas
que roban los corazones.

Algún día fuiste rosa
y clavel abotonado,
ahora ni clavel ni rosa
porque ya te has deshojado.

Me dices que si te quiero
y yo digo que ni verte
y no te puedo olvidar
así se engaña a la gente.

Si quieren saber señores
donde reina la alegría
en el pueblo de Tremaya
reina de noche y de día.

Fiestas
Pues las Navidades. El 28 de Enero que es San Tirso. Se le sacaba en procesión alrededor de la Iglesia. Por la tarde se hacía baile. Venían chicos y chicas de los pueblos y nos lo pasábamos bien. Luego los carnavales cuando empezaba la cuaresma. Se solían disfrazar con ropa de cualquier cosa. Los llamábamos los zamarrones. A mi me daba miedo y a los demás de mi tiempo. Esto es lo que recuerdo yo de cuando era pequeña. La Semana Santa era muy bonita. Todos los días a la Iglesia. Se cantaba todos los días de la semana. Se empezaba por el domingo de Ramos. Se salía al portal con los ramos y allí hacían lumbre que yo no sé qué significaba. Se adoraba la Cruz. Se apagaban todas las luces en el momento de las tinieblas. Se cantaban los 10 mandamientos. "Los mandamientos son 10, las palabras son ejemplo que nos mandó nuestro Dios para adorno de su templo". Y, después, uno por uno, se cantaban todos y se iba diciendo lo que significaba cada uno. Estaba todo muy bonito. Yo, recordándolo, me vale como si estuviera ahí. Luego venía la Pascua en que se sacaba a la Virgen en procesión y cantábamos:

Buenos días Virgen pura,
madre del Divino Verbo,
qué haces aquí en esta calle
vestida de velo negro?.

Estoy buscando a mi hijo
que me han dicho por muy cierto
que esta tarde se ha perdido,
creo que estará en el templo.

Quítate ese triste manto
y revístete de gala
que viene resplandeciendo
el que tu tanto anhelabas.

(Tiene muchas más estrofas pero ya me cansé). Una de ellas es:

Buenas Pascuas, buenas Pascuas
tengan todos los presentes
el Sr. Cura el primero
porque mejor las merece.

Y a todos aquí presentes
también les felicitamos
Dios quiera que nos juntemos
aquí de hoy en un año.

Fin.

  Casa

La hornera se utilizaba para hacer el pan y unas galletas que sabía hacer abuela y yo la ayudaba. Las poníamos en unas hojalatas y de que sacábamos el pan las metíamos. Se hacían en un instante. ¡Qué ricos productos caseros que ya se fueron!. Eran naturales, no como ahora en que todo lo que se compra es conservantes, todo artificial. Para eso utilizábamos la hornera.. Hacíamos pan con el trigo que nosotros sembrábamos. Ibamos al molino para molerlo. Con sólo recordarlo se le hace a uno la boca agua. Para qué recordarlo...

  Fragua Se utilizaba para arreglar las herramientas del trabajo, las azadas, las rejas del arado y alguna cosilla más. Esto lo hacía el herrero que era un señor de Redondo, abuelo de Pablo el de Angelines la hermana de Benito. A mi me gustaba cuando iba porque se le daba de comer y entonces abuela echaba más cosas al cocido, un chorizo por ejemplo. Lo peor era que en nuestra casa en un día las arreglaba. Como teníamos pocas......En algunas casas estaba casi ocho días.. . Esto lo hacía por el invierno para que estarían listas para trabajar en la primavera.   Puente No sé quien haría el puente, pero un tío de la madre de Jelito que estaba en Buenos Aires, dio el dinero para hacerlo y también para hacer la escuela y el camposanto.   Escuela

En primer lugar recuerdo que se quemó. Yo tenía 4 años. Ya iba yo y aún siendo pequeña, tengo ese recuerdo. Era muy bonita. Allí vivía el maestro con su esposa que fue la que la prendió. Subió a la sobresala a por unas escobas para hacer lumbre y se supone que como estaba oscuro encendería una cerilla o vela y ahí empezó todo.

Luego ellos tuvieron que marchar porque ahí no quedaron nada más que las paredes. Esto fue por el invierno con mucha nieve y aún seguía nevando mientras ardía. De otras cosas, cuando ya era yo mayor igual no me acuerdo, pero esa no se me ha olvidado.

Y volvió a quemarse después de estar arreglada cuando Pili tenía los mimos años que yo, 4 y había una nevada que no se podía salir. La veíamos arder a través de la ventana del cuarto de abuela. Tanto la primera vez como la segunda tuvimos que ir a la casa concejo.

No me acuerdo cómo se llamaba el maestro, pero si me acuerdo cuando me pegaba como hacía con los demás, que todos usan la misma técnica, la varita para las manos. En la cabeza era malo.

Qué mas recuerdos tengo?. A mi me gustaba ir a la escuela y algún día que abuela me decía: "di al maestro que mañana no puedes ir" porque tenía que ayudarla a hacer la labor, o ir con las vacas, aunque estaba el tío Serafín. Yo no quería y lloraba porque sabía que lo que harían ese día en la escuela yo ya no lo aprendía porque al día siguiente ya era otra cosa y con eso yo me retrasaba y encima me ponía falta. Algún día que otro falté pero pocas. NO tengo queja de mi madre por lo menos aprendí a escribir y leer y contar y la doy las gracias. Fuí con muchos maestros. Cada año venía uno nuevo. No todos enseñaban igual. De los nombres sólo me acuerdo de D. Angel y Dionisio. También el tío Marcelino nos dio clase en la casa concejo. Era más malo.....! A mi me decía que no aprendía y me pegaba en las manos. Me ponía junto la Rosario que era su hija, y cuando había dictado y no cogía a algunas palabras, le pedía a ella que me las dijera y tapaba su cuaderno para que no las vería.

Luego vino la guerra y ya no volvió ningún maestro, pues los hombres tenían que ir a la guerra,sino maestra que se quedaba en casa de Claudia. Doña Raimunda enseñaba muy bien. Con ella estuve 2 años y fue con la única que aprendí algo. Y ya a los 14 ya no me admitía lo cual lo sentí mucho porque era cuando yo me daba cuenta de que para estudiar una cosa no hay que aprenderla de memoria, letra por letra, sino hacer un resumen y decir lo que significa. A mi me parece así. Nos mandaba estudiar la encíclica Rerum Novarum. Todo de memoria. Si no, un castigo. Yo no pude. Algo aprendí pero se me olvidaba. Yo sabía que de eso no se sacaba nada. Ya me lo dirás tu algún día en qué consistía.

Juegos de la escuela: cuando salíamos al recreo jugábamos al escondite, al castro, a la comba, tres navíos van por el mar y otros tres en busca van, los juegos típicos de siempre. Si mientras estábamos en el recreo venía alguiéncon manzanas para cambiarlas por patatas nos íbamos a la rebusca a las tierras a ver si encontrábamos alguna, pues aunque las habían sacado ya, siempre quedaban algunas. Veníamos y nos las cambiaban por manzanas. Como había pasado el tiempo de recreo, el maestro nos castigaba y no nos dejaba ir a comer y nos quitaba las manzanas. Así que, mira que aventajábamos. Pero no por eso dejábamos de ir otra vez.

De canciones sólo me acuerdo de una que decía así:

Cerca de las ventanas de nuestra escuela
alegres pajaritos pían y vuelan
y en sus gorjeos parece que nos dicen:
"sed siempre buenas".

Nosotras contestábamos: ya lo seremos y el respeto al maestro siempre tendremos y hemos de estar puntuales para estudiar (cuando salíamos decíamos: "usted lo pase bien").

También hicimos una fiesta en la escuela cuando la guerra que estaba la maestra. Vino mucha gente. Se dijeron poesías ya que pusimos a la Inmaculada y el Sagrado Corazón. Eran dos figuras muy bonitas. Se hizo como un homenaje a ellas. Yo me aprendí una poesía muy bonita y larga, la pena es que sólo me sé la primera estrofa que es de esta manera:

Oh María Inmaculada, patrona de nuestra España
pues tomaste con dulzura, posesión de la montaña
en la Cordillera agreste que de túrica dimana
donde bendices triunfante, la media luna africana.

  Comunión

La hice con 7 años. La preparación era con el sacerdote que nos daba catequesis. Lo más bonito que recuerdo es que el mismo día fui a la Iglesia por la mañana a confesarme y el señor cura me dio una medalla de las hijas de María y un lazo azul muy bonito, todo metido en una cajita y me dijo: "vete a casa para que cosas el lazo a la medalla para ponerla cuando vayas a comulgar, a recibir al Señor por primera vez". Y luego el señor cura me invitó a tomar el chocolate. No me acuerdo de la comida que hubo en casa, me supongo que algo extraordinario habría. De la ropa que me puse y calzado no puedo decirte nada porque no lo sé. Me gustaría saberlo pero ya no hay quien me lo diga. Ya te digo que era feliz con todo lo que te he contado. No sabes la felicidad que tenía con esa medalla y ese lazo y con hacer la primera comunión. La hice solita pero feliz.

(Había muchas más cosas que a veces recuerdo y luego se me olvidan). Por marzo hacíamos la novena de S. José.

 

 

 

María Elena Marchena Ruiz nos presente este interesante artículo sobre el papel que desempeñaba la pandereta .

INTRODUCCIÓN

Una de las manifestaciones más características de la comarca campurriana, dentro del folclore representado por la música, el canto y el baile, es la figura de la panderetera que, aunque es un personaje presente en toda Cantabria y en la mayor parte del norte de España (se extiende por León, Zamora, Salamanca, hasta el centro de la meseta, según Hoyos Sainz), es sin embargo en Cantabria y Campoo donde adquiere un relieve especial. La panderetera no es simplemente una mujer que toca un instrumento, sino que a su ritmo canta unas coplas que, en muchas ocasiones, ella misma ha compuesto. La figura de la panderetera es una institución que tiene una acusada personalidad dentro del folclore local.

Hay que destacar el interés que se despierta por el folclore, en todas sus manifestaciones, en la segunda mitad del siglo XIX, promovido por los movimientos nacionalistas y románticos que buscan en el pasado una explicación de su propia identidad, dando lugar a la creación de cátedras y centros de estudio antropológicos, etnográficos, etc. que analizan y transmiten tradiciones y costumbre ancestrales.

Es entonces cuando se empieza a recoger y conservar usos y costumbres populares que se iban perdiendo poco a poco como consecuencia de los avances científicos que facilitaban, a los antes aislados pueblos, su incorporación a un mundo más despersonalizado, desterrando sus hábitos y desarrollos culturales propios. Este interés por lo genuino, que siempre alienta en lo popular, se tradujo en un afán por mantener y fomentar lo que era común a los habitantes de un determinado lugar. En Campoo tenemos un ejemplo de ello en la convocatoria, en 1.895, del Primer Certamen Regional de Pandereteras, organizado por el semanario reinosano "Campoo".

A partir de este momento, de forma regular, continuó este tipo de concurso que acrecentó el interés por mantener nuestras tradiciones evitando que se perdiera, como sucedió en muchos lugares, lo que había constituido el modo de diversión más importante durante siglos: el baile al son de la pandereta.

Las pandereteras estaban presentes en todas las manifestaciones populares, bodas, romerías y demás festejos. A través de sus coplas y ritmos enamoraron, entretuvieron, alegraron, criticaron o acompañaron a los aldeanos en sus momentos de alegría y ocio.

Como dice una copla que recoge D. Luis de Hoyos Sainz y Nieves de Hoyos Sancho en su Manual de Folclore:

Panderetuca hermosa
sigue tocando
que quiere la mi morena
seguir bailando.

En Reinosa y en los pueblos e su alrededor, siguió existiendo la mujer que tocaba la pandereta, si bien, más como figura testimonial evocadora de un pasado reciente, que como institución que formaba parte de la estructura social del pueblo.

El Día de Campoo instituido con este nombre por D. José Luis Bustamante y la Comisión de Festejos del Ayuntamiento de Reinosa, en 1.942, para impulsar y realzar el concurso de cante y baile regionales que se venían celebrando desde 1.895 fue declarado de Interés Turístico Nacional en 1.977, siendo alcalde D. Ramón Rodríguez-Cantón, convirtiéndose en una importante fiesta del folclore comarcal.

LA PANDERETA

La pandereta es un instrumento de percusión de forma redonda, formada por una membrana de piel de oveja sin curtir, enmarcada en un aro de madera provisto de sonajas metálicas. Su origen se pierde en el tiempo, ya se conocen en Egipto. Aparece también en un mosaico romano de Pompeya y desde siempre fue un instrumento típicamente femenino.

Se toca haciendo resbalar los dedos de la mano derecha por el cuero o golpeando con ellos o con la mano, mientras se sostiene con la mano izquierda. A veces se le colocan cintas de colores como adorno.

Su ritmo sirve como acompañamiento del baile o el canto. Este tipo de música no suele tener una gran perfección formal, buscando más la melodía que la armonía, como afirma D. Luis de Hoyos Sainz, "el sentimiento que expresa la música popular nos atrae por su melodía, aunque su forma y su técnica no sea del todo correcta".

LAS PANDERETERAS

Las pandereteras eran las mujeres que, acompañadas por este instrumento, cantaban y tocaban en los festejos populares. Era frecuente que la panderetera compusiera ella misma las coplas que entonaba.

El empleo de la pandereta en Cantabria está documentado desde el siglo XVI. Cada pueblo tenía sus pandereteras que transmitían su arte a las más jóvenes que tomaban su relevo en el tiempo. Las instruían no solo en las técnicas de manejo del instrumento, sino también en cómo animar un baile cambiando el ritmo, intercalando coplas y cantares alusivos a sus convecinos, a las rivalidades entre hombres y mujeres o entre pueblos, lanzando gritos, improvisando coplas destinadas a zaherir a alguien, etc. Las pandereteras solían cantar de dos en dos o turnándose entre ellas, constituyendo el elemento animador del baile. Las coplas que se cantaban eran generalmente cortas estableciéndose en ocasiones un duelo con rondas de hombres.

Durante el invierno, tan largo en los pueblos campurrianos, el entretenimiento quedaba reducido a la conversación al lado de la lumbre, lo que dificultaba el establecimiento de relaciones entre los jóvenes de uno y otro sexo de los distintos pueblos. El panorama cambiaba con la llegada del buen tiempo proliferando las romerías y fiestas desde junio hasta septiembre. Estos actos religiosos o profanos daban lugar a una vida social muy activa, pasando las diversiones a primer término después de los largos meses de aislamiento. Era entonces cuando la panderetera representaba su singular papel, haciendo con sus cantores más fácil y más alegre la vida de sus convecinos. Eran generalmente mujeres alegres y vivaces, con gran personalidad, capaces de transmitir su alegría o su tristeza a todos aquellos que bailaban al son de su pandereta. "Las pandereteras debían tener una buena voz, saber sostenerla, alargando la nota final de la copla a tiempo con el último redoble de la pandereta" (Sixto Córdova <Canto nuevo> Libro IV p. 301).

Además de en las romerías y bailes dominicales, eran fundamentales en las bodas para las cuales tenían un extenso repertorio de tonadas para cada momento de la ceremonia.

LAS COPLAS DE BODAS

Las bodas eran importantes acontecimientos sociales en todo el valle de Campoo. Motivo de encuentro entre los habitantes de los distintos pueblos y momentos de diversión y alegría. En las bodas no podía faltar la voz y la música de las pandereteras.

Ya antes de la ceremonia, tomaban parte en el cortejo junto con los amigos y parientes de los contrayentes, iniciando su actuación con coplas de salutación a los novios y familiares en que expresaban su cariño y respeto.

Las bodas comenzaban el primer día de las proclamas en casa de la novia y, el siguiente en la del novio, se continuaba con un baile donde intervenían las pandereteras.

En Campoo, según nos dice Salvador G. Castañeda en LOS MONTAÑESES PINTADOS POR SI MISMOS, había la costumbre de celebrar la boda con los familiares un sábado y la tornaboda, con los invitados, el domingo siguiente.

Intervenían las pandereteras antes de entrar los novios en la iglesia, después de salir hacia el lugar del convite y por la tarde en el baile. Se las solía obsequiar con vino y galletas.

Propias de estos actos eran las siguientes:

Buenos días señor novio,
también la señora novia,
el padrino y la madrina
y todos los de la boda

(Cancionero de Sixto Córdova)

Ya tocaron a misa
con la campana mayor
levante, padre, la mano
y écheles la bendición.
El sol se para a mirar
y hace raya en el camino
para ver la bizarría
que lleva el señor padrino.
Salga, señor cura, salga,
que a la puerta está una rosa
y a su lado está un clavel,
que la pide por esposa.
y después de concluida la ceremonia,
Llévala de canto en canto
llévala de piedra en piedra;
que ya la llevas por tuya
a la rosa de primavera.

(Agustín Rodríguez, "Los Carabeos")

A la novia en este día
Dios le de salud y hacienda
y trigo para su año
y después la gloria eterna.

(Salvador G. Castañeda, "Los Montañeses Pintados por Si Mismos")

LOS BAILES Y ROMERÍAS

En todas las romería y fiestas el baile constituía el elemento fundamental. En él se mostraba la habilidad de los danzantes. En Campoo, como en otros muchos lugares se bailaba "a lo suelto" pero con su ritmo característico. Había dos modalidades, una llamada "baile a lo alto" o "a lo ligero") ejecutado con mucho ritmo, dando pequeños saltos sobre la punta de los pies, con los brazos en alto y repicando las castañuelas, adornándose con curiosos desplantes y cambios de pareja. El baile "a lo bajo" (o "a lo pesado") es una variante de la jota que se baila en toda España. Pasos y gran delicadeza. El cuerpo apenas se desplaza, mientras todo el movimiento reside en los pies, los brazos suelen estar extendidos y se mueven con un movimiento lateral. El baile es en tres tiempos, "a lo alto", "a lo bajo" y "a lo ligero" continuando las dos modalidades dando un ritmo más rápido a la tercera, donde se producen los desplantes por parte de la moza y los cambios de pareja, así como un moderado trenzado de piernas en el baile de los mozos (J. González Echegaray y Alfredo Díaz Gómez, "Manual de Etnografía Cántabra, p. 244).

Es en los bailes donde el arte de las pandereteras destaca por el contenido de sus coplas con referencia generalizada al amor en todas sus manifestaciones: ternura y descaro, abandono, celos y rencores; lanzan puyas a los hombres o se ríen de los amores; influyen en los danzantes con tristes historias y también los divierten con sus sátiras, críticas o alusiones a acontecimientos de sus pueblos. Sus canciones tienen a veces expresiones no exentas de cierta procacidad, aunque siempre menos crudas que las de las rondas de hombres a los que replican.

Las romerías se celebraban en cada pueblo de la comarca el día del Santo Patrono. Comenzaban las fiestas con la procesión del Santo, donde que se canta y se reza. A continuación se celebraba una misa solemne en su honor. Los vecinos solían invitar a los forasteros a comer en sus casas o bien se organizaba comidas campestres. Por la tarde, después de las vísperas, frecuentemente en una campa cercana al pueblo, se daba comienzo al baile, formándose corro alrededor de las pandereteras.

A continuación recogemos un fragmento de un cuento del escritor campurriano D. Demetrio Duque y Merino, fundador del primer periódico reinosano, "El Ebro", y colaborador de revistas y periódicos nacionales, donde dejó plasmadas estampas campurrianas llenas de vida y color:

"No era fácil calcular cuanta gente podría colocarse holgadamente en aquella inmensa campera, que al primer golpe de vista parecía ya llena, y en la que, sin embargo, estuvieron entrando romeros toda la tarde. Hacia la parte del ábrego había una buena hilera de carros, cuyos bueyes desuncidos sesteaban a la sombra, que ya iba disminuyendo, del espeso ramaje de un matorral elevado sobre la campera. Por allí cerca se veían las cenizas de los fogones y las migajas y deshechos de los campestres yantares que poco antes se habían saboreado; y no se habían alejado mucho algunos de los que van a estas fiestas a sacar la tripa de mal año, que hartos de haber comido y de haber menudeado los besos a la turgente bota, roncaban a pierna suelta, sin importarles un bledo de las emperijiladas mocitas, que ya habían formado sus corros y empezado el baile.

Dos se habían ordenado algo más abajo, donde empezaba a proyectarse la sombra de la tarde que por minutos iba aumentando; dos muy animados y bien surtidos. Al son de la pandereta se celebraba el primero: de pandereta tocadas por dos mozas como dos soles, peinaditas y atusaditas con primor y adornadas con sus pañuelos de seda de anchas cenefas de colores vivos. Hallábanse sentadas sobre un gran pedazo de madera que levantaba una vara del suelo, de manera que dominaban bien a los bailadores y constituían, al mismo tiempo que la orquesta, una especie de presidencia de honor compartida con otras dos compañeras, que las relevaban algunas veces en el manejo de las panderetas y cantaban con ellas. ¡Y qué bien lo hacían! Hay que oír aquellos golpes acompasados que la mano derecha da en el parche; aquellos redobles al resbalar de los dedos; aquel chasquido de las sonajas, seco unas veces, repiqueteado otras, según lo exige el singular ritmo de a tocata, según lo pide el aire originalísimo de la danza, que toda moza aldeana se cree en la obligación de aprender desde mocita, para poder presentarse en el corro de las suyas y servirlas de tañedora, cuando la llegue su vez, demostrando con la ejecución práctica que puede cantar ufana:

A lo alto, y a lo bajo,
y a lo ligero,
al uso de mi tierra
toco el pandero.

Hay que escuchar aquellas voces frescas y vibrantes, que lanzan todo su torrente como ellas saben hacerlo, sin afeites aprendidos, con el aire natural con que gorjea el pajarillo, porque ha nacido cantor. Las coplas pasan de unas a otras aprendidas de oído, como las tradiciones orales en los romances primitivos, y son casi siempre las mismas, a excepción de alguna alusiva, que taimada mozuela o socarrón labriego discurre en el momento y sopla al oído de las cantadoras, que la rumian y la ríen antes de lanzarla al aire y que la acentúan bien al cantarlas, para que no se pierda una sílaba y produzca todo su efecto. Entonces suele estallar entre los bailadores una carcajada general, que no tiene más excepción que la de tal aludido o aludida, si se pica, y suelen escucharse los gritos de ¡viva quien canta! o ¡viva lo bueno! como durante la celebración del baile se escuchan de vez en cuando los de ¡viva lo mío! y ¡viva la punta! que al dar la vuelta a la pareja pronuncian los bailadores. Estos no se daban punto de reposo en su faena de divertirse. Ellas con sus sayas cortas, chaquetillas bien ajustadas, luciendo airosas cinturas no apretadas por el corsé, adornados los cuellos con vistosos pañuelos de todos los colores, atusadas las matas de pelo, y algunas trenzas al aire que caían buen trecho sobre la espalda. Ellos vestidos de fiesta, con el terno de paño fuerte, que por ser único hace a invierno y a verano en los días solemnes; algunos ya desprovistos de la chaqueta, porque el calor apretaba de firme; sombrero la mayoría, cachuchas algunos, boinas muy pocos; casi todos borceguíes fuertes de suela bien sembrada de tachuelas, y camisas muy limpias, aunque poco planchadas. Pudiera decirse que aquel era el baile de los aldeanos, el característico de la comarca, el suyo primitivo y propio, muy pocas veces invadido por extraños, y nunca en él bien mirados los invasores, que ordinariamente desordenaban las hileras, no daban las vueltas a tiempo, o estiraban demasiado la pierna, o exageraban grotescamente saludos y reverencias, en desacato de las costumbres del lugar o de la moza con quien bailaban, que los hacía comprender su disgusto con marcado gesto de desagrado, cuyo ceño no se despejaba tan fácilmente." (Duque y Merino, "Una Romería de la Antología Temática de la Obra del Escritor Campurriano de D. Teodoro Pastor Martínez).

Las primeras coplas solían ser de saludo, generalmente dirigidas a las autoridades del lugar, luego seguía el variado repertorio de que disponían las cantantes para animar el baile.

Al tema del amor, entendido y expuesto al modo de la época, se referían la mayoría:

A la fuente voy por agua
al campo por coger flores
a la iglesia por ver santos
y al baile por ver amores.

Por un sí que dio la niña,
a la puerta de la iglesia;
por un sí que dio la niña
entró libre y salió presa.

Yo no sé que cantar cante
para no ofender a Dios
pues no hay cantar que no tenga
su palabrita de amor.

Soñé que te oí decir
que me ibas a olvidar
y no me he vuelto a dormir
por el miedo de soñar.

Esta mañana fui al huerto
a preguntar a un clavel
qué remedio me daría
para olvidar un querer
El clavel no dijo nada
y me contestó una rosa,
el olvidar un querer
es cosa dificultosa.

Tengo una pena muy grande
que a nadie se la diré
solita la cometí
solita la penaré.

Los ojos me duelen madre,
de mirar a la collada,
por ver si veo venir
los mis amores del alma.

Un amor tenía yo
que era blanco y hermoso
y lo olvidé por querer
a un morenito gracioso.

Dicen que no me quieres
porque soy chica;
más chica es la pimienta
y amarga y pica

en otras se reflejaba la desconfianza o el escarmiento:

La hierbabuena se cría
en las corrientes del agua
donde se cría la buena
se cría también la mala

Las más o menos intencionadas, no solían faltar:

Para qué quieres reloj
si no sabes darle cuerda
para que quieres mujer
si no sabes mantenerla.

Qué bien la viene a la seda
arrimarse al paño fino.
Mejor le viene a la niña
arrimada a su marido.

Otras manifestaban despreocupación con ribetes de cinismo:

Si me quieres, te quiero;
si me amas, te amo;
si me olvidas, te olvido,
yo a todo hago.

Si quieres que yo te quiera
ha de ser con el ajuste
que tú no has hablar con nadie
y yo con el que me guste.

También se hacía referencia a las habladurías del pueblo, tan temidas:

Quítate del sol que quema
y de la luna que abrasa
y de las murmuraciones,
que ya sabes lo que pasa.

Algún amor contrariado o alguna traición provocaban la copla agresiva:

A los hombres les quiero,
como a los ajos,
metidos en la tierra
cabeza abajo.
A los hombres comparo
con lo laureles
como nunca dan fruto
siempre están verdes.
A los hombre comparo
con las espinas
cuanto más resalados
son más endrinas.

Si crees que por tu cuajo
me voy a echar a llorar
calla, pobrecito tonto,
que otro ocupa tu lugar.

No pienses que por tu amor
me derrito como cera,
soy de buena calidad
y el mismo calor me hiela.

A la reja de mi casa
no me vengas a llorar
ya que no me quites penas
no me las vengas a dar.

La coquetería y la malicia, más o menos ingenuas, no faltaban tampoco:

Quiérote y no te quiero,
que son dos cosas;
tengo amor y no quiero
que lo conozcas.

Si quieres venir a verme
ya sabes que duermo sola;
la puerta tengo apeada
con el rabón de la escoba.

Las ocasionales y las descomprometidas también estaban presentes:

De las dos que están bailando
la de la saya encarnada
es la novia de mi hermano
pronto será mi cuñada.

Mírale por donde viene,
mírale por donde asoma;
mírales por donde viene
el galán con la paloma.

Baila morena mía
que yo te canto
baila morena mía
que hoy es mi santo.

(Colección de Rodríguez Cantón)

EL PRIMER CERTAMEN DE PANDERETERAS

A partir de mediados del siglo XIX, y sobre todo en los últimos años, comenzaron a caer en desuso muchas de las tradiciones y costumbres populares, como consecuencia de la introducción de nuevos modos llegados con el progreso. Con este motivo la pandereta y las pandereteras vansiendo postergadas. En contraste con este movimiento, aparecen por las misma época personas que, individualmente o en grupos, ponen todo su interés en conservar estos usos, típicos de nuestro valle. Así es como el semanario "CAMPOO" convoca el primer concurso regional de pandereta en 1.895. Más tarde, en 1.990 se celebra un concurso folclórico en Santander, apoyado por el músico lebaniego Jesús de Monasterio (que curiosamente con anterioridad se había mostrado desdeñoso respecto de la música popular). Con más o menos intensidad se ha continuado esta labor de conservar y dar a conocer todo aquéllo que surgido de la entraña popular constituye una seña de identidad que caracteriza a un pueblo y lo distingue de otros.

A continuación transcribimos las coplas publicadas en la revista "FONTIBRE" editada por la Casa de Cultura Sánchez Díaz de Reinosa en los años 1.956 a 1.963, en una reseña de dicho certamen publicada en septiembre de 1.957. Las canciones recogidas son, casi todas, de saludo yadulación a las autoridades y jurado, con una evidente intención de halago interesado.

Mozas de Somballe:

Venimos aquí a cantar;
no venimos por dinero,
venimos por darle gusto
a este ilustre Ayuntamiento.

Mozas de Matarrepudio:

Cuatro claveles dorados,
cuatro luceros brillantes;
esos nobles caballeros
darán premio a quién lo gane.

Mozas de Reinosa:

Que tenga muy buenos días
la señora Presidencia
se los debemos de dar
con toda nuestra prudencia.
Mi marido anoche
vino de segar,
no me dijo nada
no me quiso hablar.

Mozas de Lantueno:

Al ilustre Ayuntamiento
de esta villa de Reinosa,
saludan las de Lantueno
con laureles y con rosas.

Mozas de Celada Marlantes:

Con esto me despido
de los del corro,
pero no de la prenda
que más adoro.

Mozas de Requejo:

Unos dicen, viva el Rey,
y otros, que viva la Reina,
yo digo que vivan todos
y que se acabe la guerra.

En la villa de Reinosa
han hecho una cárcel nueva
para encerrar los amores
que dan palabra y la niegan

Mozas de Lanchares:

Viva, villa de Reinosa
con todos sus miradores;
y las justicias que tiene
son un ramito de flores

Mozas de Aguayo:

A toda la presidencia
le voy a pedir, prudente,
si cometemos errores
no se rían de inocentes.

El primer premio se les concedió a las pandereteras de Requejo, el segundo a las de Aguayo y el tercero a las de Reinosa. Un "accésit" obtuvieron las mozas de Lantueno.

Requejo mantiene un puesto destacado en este campo con la veterana panderetera Ester Montes.

La tradición sigue.

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