Santa María de Redondo |
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Casas abiertas en invierno: 9 Numero de habitantes en invierno: 25 Nombre de la Iglesia: Nuestra Señora de la Asunción Fiestas: Ntra. Sra. de la Asunción y La Virgen de Viarce que suele hacer el último fin de semana de Mayo (Sábado). Se celebra una novena con Misa. Alergues: S. Salvador cuenta con varios lugares de hospedaje como Venta Morena, Peña Tremaya (Taba), La Campa, La Casona, etc. Estos lugares son a la vez restaurantes. Paraje natural: Cueva del Cobre, Peñalabra, Pico Tres Mares, Peñas del Moro, etc. |
SANTA MARIA DE REDONDO
Lugar perteneciente también a La Pernía. Contaba con 66 habitantes. (1991). Situados aquí y en otros pueblos próximos se desarrollan los romances "La venganza del Conde", "La despoblación de Carracedo" y "Nuestra Señora de Viarce" . Cuenta esta última la historia de un moro cautivo en Redondo que recibió la aparición de la Virgen y le encargó levantarle una ermita en una cueva cercana. Pero primero habría de ir a Roma a recibir el bautismo. Cumplido el encargo fielmente, de vuelta encontró la imagen de la virgen de Viarce que recibió allí culto durante cinco siglos y después fue trasladada a Redondo. Estas leyendas las reelaboró Matías Barrio y Mier en 1908.
El Becerro de los Beneficios de la catedral de Palencia (1345) nombra ya Redondo como lugar y también como uno de los arciprestazgos de la montaña. El Becerro de las Behetrías (1352) dice Barrio de Santa Maria de Redondo.
Redondo se repite también en palabras compuestas como Camporredondo de Alba, etc. Procede del latín rotundus redondo, y se refiere al Coto Redondo o terreno acotado por el rey.
El significado será, entonces, 'EL LUGAR DE SANTA MARIA, ACOTADO POR EL REY'. (Roberto Gordaliza)
de la Virgen de Viarce compuesto por Matías Barrio y Mier |
- I - En término de Redondo,
Sus aguas van al Pisuerga,
Alzanse allí a la derecha, Que es la Cascajal del Oso A continuación, los Quindios,
Está luego la Valleja
La porción que de este monte,
Siguen luego las Traviesas;
El valle es fresco y alegre,
Es agreste y solitario;
Allí no turban la paz
Éste es, pues, el sito ignoto, - II - En las mencionadas Eras, Que aunque humilde en apariencia, Caso que se realizó El papa Juan XXII Con esto queda indicado Era una bella mañana El cielo su azul ostenta Cubierto de verde alfombra, Y el ambiente embalsamado Tranquilo está todo el Viarce, Solo turban el silencio Que cantan amor y quejas Algunas vacas se ven Y es que durante el invierno Un hombre joven aún Su cara se ve tostada No hay duda, es un musulmán ¿Que hará en tierra de cristianos Es que ha quedado cautivo Es que por esta razón ¡Pobre moro! triste a veces Su nombre ignoro y con él Que también entre los moros Iba, pues, el buen muslim Pues como lejos estaba Y al paso fue a beber agua — III — Junto a la fuente llegó el moro Cercada de resplandores, Imposible es describir Asombrado quedó el moro Transportado, el Paraíso Por el falsario Mahoma Pero no, que la pureza |
Le dieron a conocer Por lo cual cayó de hinojos, En esto ve que la Virgen ¡Oye! le dice, si tienes sed Que hay en la peña más baja Vuelve después a la casa Y que luego que regreses, Pues así quiero premiarte Esto dijo y disipose Sin acertar a alejarse Así como al propio tiempo Poco a poco se calmó; Y la luz de la verdad, Comenzando a comprender, Y que sólo existe un Dios Y el cual, siendo Omnipotente Éste es aquel mismo Para lanzarla del suelo — IV — Obediente el pobre moro Llega allá y algún trabajo Era una fuente al revés En una concavidad Gota a gota va cayendo Y lo más particular Y aunque mucha agua se saque, Con ansia bebió allí el moro; Porque aquella humilde fuente Y por eso, allí van muchos Viéndose de ello en la roca Luego que apagó la sed Les cuenta lo que ha pasado Echase a andar al momento, Se pasó por Aviñon Y en virtud de todo ello Hízolo así; y cuando llega, Escogió, pues, a Fray Alvaro El cual, después de instruirle Recibió el nombre de Juan, Dió al olvido el abolengo Vuelve a Redondo en el acto, Y buscando en ella ansioso Seiscientos años atrás, Cuya imagen venerando, Con hallazgo tan precioso Apartándose muy poco Le llamó del Corpus Christi, Mirando estaba hacia el norte, Y la Barga de Entre-Oteros Y las Agujas, el Canto, Y el puerto de Piedras Luengas También los Picos de Europa, Separándola a la vez Del pico de tres vertientes — V — El convento entró a ser parte En él vivió santamente Otros frailes le suceden, Mientras tanto que en el Corpus |
Y ella, pagando amorosa Un hombre, que, haciendo hoja Otros muchos, igualmente, De este modo aquel convento, Tranquilos en él los Padres, Y aunque al entrar en el Corpus En cambio pronto, muy pronto, No obstante las muchas nieves, Y por eso dice el vulgo Uno de ellos, no sé quién, Por lo cual en aquel sitio Mas, fuera de esas desgracias, Y el silencio, interrumpido Pero en la moderna edad Con el siglo diecinueve Más sus males aumentaron Ya del veinte al veintitrés Más de cien lustros contaba Que con fatuidad sus hijos Las órdenes religiosas, Los frailes le abandonaron, El Padre Tomás Cardín, Y el cual no quiso alejarse De este modo en el convento Y desde entonces hasta hoy
— VI — Poco tiempo ha transcurrido Llega el alío treinta y seis; Y era que dado el permiso Pues como ya en su recinto Por eso incesantemente. Y hombres, niños, sacerdotes
Que también sin duda el tiempo A eso de media mañana, Ansiosa de acompañar Suben allá y al momento Luego vuelve muy despacio Muchas mujeres lloraban, Después de quinientos años Llegan al fin a Redondo Y allí sigue recibiendo Que es abogada especial Su festividad celebran Recordando entre otras cosas Y que por el mismo tiempo Además todos los años Aunque ya no tan solemne Mientras tanto el monasterio Destinose a campo santo Más después la destrucción El retablo principal Viéndose ya únicamente * * * * * Tal es hoy la situación Y así en este tiempo infame Dios querrá en sus altos fines Permitiendo, al fin, piadoso Para que a él traslademos Quiera Dios que así suceda Que es Madre de pecadores |
A este recinto sagrado Míralas arrodilladas Oye sus ruegos, piadosa Y pues tú sola alcanzaste ¡Dios te salve, Virgen Santa, Reina de ángeles y arcángeles, De misericordia llena, A ti clamamos, Señora A ti que quisiste honrar
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Y que en ellas nos pusiste, Por ti todos suspiramos De verte en los altos cielos ¡Ea, pues, dulce Señora! Cuando los santos varones Tú que eres nuestra Abogada Y después de este destierro, Es decir, el buen Jesús
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¡Oh muy piadosa y clemente! Y haznos dignas de alcanzar * * * * * * Nuestra Señora del Viarce, Libradnos también, Señora, Mira, Virgen, que al nombrarte Ponnos reloj en el pecho, Ruégale a tu hijo bendito, ¡Adiós, señora, aquí acaban |
Este fue el panorama que yo ví desde las Peñas del Moro, exactamente asomándome desde la cueva. |
PRIMERA PARTE DE LA CRÓNICA de la Provincia dela Purísima Concepción de Nuestra Señora de la Regular observancia de N. S. P. S. Franco. Escrita por el R. P. Fr. Francisco Calderón Custodio.
LIBRO PRIMERO Noticias generales y apologéticas de esta Santa Provincia, desde su CAPÍTULO XXIV Erección del convento de Nuestra Señora de Viarce, cognominado: Corpus Christi Entre la mayor aspereza de las Montañas de Liébana, Provincia confinante entre Castilla la vieja y las Asturias, del Obispado de Palencia, está fundado este convento. Su fábrica vino singularmente de la mano poderosa, como lo es su conservación. En ésta se podían gastar muchos períodos, sin ponderación en ninguno; baste decir sólo que su sitio es un risco solitario de los más empinados de España cubierto continuamente de nieve, singularmente en tiempo de invierno; y así los religiosos que lo habitan necesitan ser, en el verano, solícitas hormigas para traer al convento el sustento necesario, pues no hay camino imaginable en el rigor de los fríos. Su fundación milagrosa fue en el año de 1320. El caso sucedió así. Habiendo ido desde España a Roma un Moro noble, de los que en aquellos tiempos inundaban estos Reinos, con curiosos deseos de ver aquella ciudad Santa, cayó en la dulce red de San Pedro, convirtiéndose a nuestra Santa Fe y detestando la bárbara secta Mahometana. Hizo este fruto y conversión un Ve. Pe. llamado fr. Álvaro, Penitenciario del Sumo Pontífice Juan XXII, quien le bautizó. Le puso por nombre Juan, le instruyó en los misterios católicos, y le confirmó en su verdad. Quedó el dicho Moro tan confuso de haber seguido tan maldita secta, que pidió a su padre espiritual le guiase por aquel camino que viese más conveniente para servir a Dios. El Religioso, movido de inspiración soberana, le ordenó volviese a España, y que edificase una Iglesia en los montes más ásperos de la Montaña de Liébana, y que allí le enseñaría Dios lo que había de hacer. Aceptó Juan el mandato como soberano, se despidió de su Maestro, rico de dones espirituales, que pidió el P. fr. Álvaro a su Santidad, como se dirá luego; con cuyas defensas, se vino Juan al desierto, que no sin alto misterio fue éste su nombre, como retrato del gran Bautista. Viendo Juan la aspereza de aquellos encumbrados peñascos, quedó tan gozoso que, como soldado valeroso, más esforzado a vista de los peligros, se puso por apellido Peña, y lo conservo toda su vida. Fundó aquí la Iglesia mediante las letras que su gran Pe. Álvaro por autoridad Apostólica le había dado, selladas y autenticas en San Pedro a 12 de Abril del año 1319, que están en su archivo. Colocó en ellas los tesoros celestiales que traía. Dedicó la Iglesia al Santísimo Sacramento del altar; y puso en ella una preciosa y hermosísima Imagen de María Santísima que su gran padre de la fe le había dado, y se titula: NUESTRA SEÑORA DE VIARZE, tomando también los apellidos de estos montes; con que el Convento se llama Nuestra Señora del Corpus Christi de Viarce. Esta Santísima Imagen es la única y preciosa devoción de todas estas serranías. Los milagros que ha hecho Dios allí por este retrato de su Santísima Madre son muchos y portentosos. Jamás han tratado sus habitantes de autenticar, contentos con la fama y logro de experimentarlos continuos. Mas por que no quede tan desamparada materia tan devota, diré de nuestros tiempos dos maravillas que fueron tenidos como milagros de esta santísima Imagen. La una fue que estando arando en el campo una mujer y un hombre con dos yuntas de bueyes, sobrevino una tempestad de truenos y rayos. La devota mujer se encomendaba con fervor a la Virgen Santísima de Viarce (según testifica en su declaración) y, estando en esta oración, encrespándose la tempestad con más vehemencia, cayó un rayo y mató al hombre y las dos yuntas de bueyes dejando en medio la devota mujer sin lesión alguna; y lo que causó singular admiración fue que la vara que tenía en la mano con que gobernaba los bueyes se abrasó toda y redujo a cenizas; testificando la devota mujer haber visto allí la Santísima Imagen que la libraba del fuego voraz. La otra es que caminando un hombre con un carro de heno por una de estas serranías con un niño hijo suyo de cinco años, se volcó el carro y, cogiendo debajo al tierno infante, le mató, según sentir de los serranos, que estando en sus labores acudieron al fracaso. El devoto padre le encomendó a la Virgen Santísima de Viarce con fe viva, y estando en su oración y voto, volvió en sí el niño y, lo que más admiró, sin lesión ni dolor alguno. Podía hacerse larga historia de semejantes maravillas en este santuario que ha sepultado la flojedad referida. Volviendo al intento, formó nuestro devoto Juan un precioso relicario, con que colocó una canilla del glorioso mártir San Sebastián, engastada en plata y por caja una bota o borceguí de plata en que se guarda: tiene esta reliquia un agujero pequeño de una de las saetas que arrojaron al Santo. Puso también una pintura en pergamino del grandor del hierro de la lanza con que fue herido el sacratísimo costado de nuestro Redentor. De estas reliquias y otras que con el tiempo han faltado está en el archivo testimonio de Pe. Penitenciario, juntamente con varias indulgencias indultos Apostólicos que su Santidad le concedió para el bien de su alma y los que vinieren a visitar este Santuario. También hay una caja de anteojos, que es constante tradición dejo por olvido en este Convento el glorioso Padre San Bernardino de Siena, cuando pasó a visitar las reliquias de la Santa Cruz del Señor a Santo Toribio de Liébana, en ocasión que volviendo a la villa de Herrara de Pisuerga, profetizó a los Condes de Haro, hoy Condestables de Castilla, habían de tener sucesión de varón en su noble casa, como se dirá en la fundación de aquel Convento. Habiendo ya nuestro Juan concluido su fábrica, con toda perfección le inspiró Dios lo que faltaba de hacer como su buen Padre de espíritu le había en su nombre prometido, tomando el hábito pobre y áspero de N. S. P. San Francisco, profesando su Apostólica regla y eligiendo para su habitación el profundo cóncavo de un peñasco contiguo al templo, que hasta hoy se llama la peña del Moro; donde sale una fuente destilada de la peña, que como cosa misteriosa admiran los que visitan este Santuario; para imitar nuestro Juan en todo cuanto pudiese, al gran maestro de los desiertos el Bautista. Aquí hizo ásperas penitencias muchos años con otros religiosos grandes Siervos de Dios, que a imitación suya hicieron en él su habitación. No se sabe dónde falleció: la tradición de este convento y país dice volvió a Roma para enriquecer más su Santuario de tesoros espirituales y murió en el camino; teniendo hasta hoy memoria derivada de padres a hijos, fue varón verdaderamente Santo. La fábrica de este templo es proporcionada, fuerte y devota. En esto próximos tiempos paso al Señor en este Convento el P. fr. Antonio de Quintanilla, con opinión de grandes virtudes y está enterrado en él. Yace en su capilla mayor un caballero llamado Arnao de Velasco, de la casa de los condestables de Castilla y León, tío de los Señores Condes de Siruela y Marqueses de Salinas, que murió en la guerra de Granada en defensa de la fe Católica y se mando enterrar en este convento. Se ve hasta hoy con maravilla su cuerpo entero, en el pecho tiene tres heridas de tres lanzas que le tiraron, el cabello de la barba entero, y lo que mas admira la lengua entera y tratable, efecto sin duda de que sintió bien a Dios en esta santa conquista, con obras y con palabras. Lo restante del Convento es proporcionado a la habitación de 16 religiosos que se sustentan con las limosnas de los fieles; a quienes asisten con el espiritual pasto de confesiones y predicaciones; bien necesario al desamparo en que están en estos frutos celestiales sus serranías. No tienen mas Patrón que la Divina misericordia entre las grandes personalidades del sitio. Los Señores Condes de Siruela son tan afectos a este pobre Convento desde sus principios, que con justa recompensa se les puede dar título de únicos Patronos y todo su amparo, y así tiene en él sus armas de tiempo inmemorial. Se gobernó antiguamente como vicaría del Convento de Carrión; y se regulaban ambos como un solo convento sujeto a la Custodia de Palencia, hasta que entrando la reforma se separaron, haciéndose este Convento formal. |
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